lunes, 27 de julio de 2015

Almenara, un espacio de historia y vida

    
Abordaremos en este artículo algunas pinceladas históricas y antropológicas de este gran espacio natural de referencia desde siempre para La Puebla y Peñaflor.
Existen muchas razones que nos llevan a concluir  que los seres humanos han estado siempre presentes en Almenara: su extensión, su flora, su fauna, su agua, la riqueza mineral ( particularmente el cobre)  de su subsuelo, su enclave estratégico a caballo entre la vega, con su río Guadalquivir y las estribaciones de Sierra Morena; aparte los vestigios históricos, restos arqueológicos, sobre todo. Estamos, pues, ante un espacio que atesora dentro de sus linderos poderosas energías vitales, algunas de los cuales podemos conocer con facilidad, otras debemos dejarlas a merced de la imaginación.
En cuanto nos adentremos por Almenara, con permiso de sus dueños, encontraremos esos vestigios, algunos de los cuales se pierden en la noche de los tiempos. Si nos remontamos a la prehistórica Edad de los Metales, podemos imaginar  diversos asentamientos en refugios naturales y lugares estratégicos. Del período  romano, que es del que más vestigios tenemos, hay constancia de  minería, fuentes, tramos de acueducto, villae o casas de campo…

          

 Pavimento de prensado para producción de aceite que formaría parte de una casa de campo romana

Almenara tuvo su villa del mismo nombre, de la que documentalmente  apenas sabemos .En el Catastro del Marqués de Ensenada de 1752 se nos dice que era una villa de señorío, y poco más. Pero uno de los recorridos que hemos realizado el  grupo senderista “El Santo por montera” por el sur de la finca, consistió en conocer  un yacimiento arqueológico hispanorromano de gran extensión que pudo tener como  origen  una villa romana dedicada a la cantería, o para vigilancia de las minas de los alrededores. Lo cierto es que los restos de superficie dan fe de una población de entidad en la que se funden la cultura hispanorromana y la musulmana o andalusí posterior.
Llegados a este punto estamos obligados a referirnos  al castillo, frente al Km. 7 de la carretera SE-7106 entre Peñaflor y La Puebla de los Infantes, por considerarse actualmente por muchos como el principal referente histórico de este espacio natural. Precisamente, con relación al topónimo “Almenara” existen dos teorías, procedentes de dos etimologías: la latina mina (mena) se refiere al remate dentado de las murallas, que en el caso de este castillo serían espectaculares por la longitud de los lienzos de sus murallas. La etimología del árabe al-menar= faro ( de nar=fuego), también perfectamente asumible, hace referencia al fuego o señal que se hace desde lo alto de una atalaya.
           El castillo se construye en el siglo XII siguiendo los cánones de la cultura almohade, probablemente como un bastión defensivo importante, formando parte de la defensa de Sevilla, capital administrativa de Al-Andalus para los almohades. Se cita por primera vez en 1241, cuando Fernando III hace donación a la orden de San Juan de Jerusalén del castrum de Almenara. De la dehesa también se habla por primera vez cuando Pedro I, con el consentimiento del Concejo de Córdoba, la concede a Gonzalo Fernández de Córdoba, señor de Aguilar, en 1355.Es de hacer notar que el promontorio sobre el que se asienta no sería un terreno virgen obviamente; muy al contrario, debemos suponer allí diversos asentamientos  anteriores, desde la Edad del Bronce, sobre todo romanos, a los que hacíamos mención más arriba, que merecerían un estudio histórico y arqueológico, pendiente de llevarse a cabo, junto con el de la villa a que hacíamos referencia, cuyos vestigios nos llaman la atención tanto o más que los restos del castillo.



Fotografía que da idea de la superposición de  culturas que se suceden en Almenara: la cueva( Edad de los Metales, romanos…) y sobre ella, la torre octogonal de estilo almohade (cultura musulmana )

        Incursiones de tropas cristianas hacen que Alfonso VIII, el de Las Navas de Tolosa, se apodere de este castillo en 1189, pasando al poco tiempo  a manos musulmanas. Sería a partir de la reconquista de Peñaflor en 1238 cuando pasaría a manos castellanas definitivamente, en concreto a manos de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, que lo utilizaría a la vez como bastión contra las incursiones musulmanas del reino de Granada. Existen crónicas del siglo XIII en las que se pone de relieve la importancia de la Sierra León (desde Setefilla a Almenara), como riqueza cinegética para los primeros huéspedes castellanos del Alcázar de Sevilla, que entre batalla y batalla se solazaban en la caza del ciervo, jabalí y oso (uno de los últimos reductos de este animal en Al-Andalus); aparte servirles para llenar las despensas del palacio.
En el siglo XV  Almenara y su castillo aparecen formando parte de las propiedades de la familia Portocarrero, señores de Palma, Posadas, Peñaflor y La Puebla de los Infantes, entre otros beneficios; probablemente como un espacio de control para la zona y un reducto de caza y esparcimiento, pero con jurisdicción propia, como la pudiera tener una villa.
En el siglo XVIII, como hacíamos mención más arriba, contamos con el Catastro del Marqués de Ensenada de 1752 que nos informa sobre la villa  y el castillo de Almenara. Este Catastro nos da algunos datos de interés: Aparece como propietario un descendiente de la familia Portocarrero, cardenal en Roma, y como arrendatario de los pastos el Marqués de Velamazán, de origen soriano, que a su vez los tiene subarrendado, así como  su ganado, a unos paisanos suyos que se dedican a la trashumancia, encontrándose el dato curioso de que en 1740 se produjo un gran incendio que abrasó la mitad del terreno de Almenara y estos sorianos les dieron permiso a la vez a algunos vecinos de La Puebla de los Infantes  para que sembraran trigo y cebada en algunos pedazos de lo quemado (hasta una haranzada); permiso que se prolongaría hasta ocho años, a partir de los cuales ya no se volvió a sembrar, llenándose el espacio de siembra, de monte bajo. Informa también dicho Catastro de la riqueza forestal de Almenara en el siglo XVIII: 3000 filas de encinas y 8000 pies de alcornoques, por lo que es de suponer la importancia económica que empieza a tener ya la dehesa y la producción de corcho.
A partir de esta época, de importancia de la dehesa, en que comienza la limpieza de la misma y la tala es cuando, podemos suponer, se introduce en Almenara la actividad del carbón vegetal y del picón con un beneficio mutuo para la propiedad y las personas, tanto de La Puebla como de Peñaflor, que se ganaban la vida con estas tareas. Actividades que pudieron funcionar en paralelo, y con los mismos planteamientos de beneficio mutuo que la de los caleros, y de un enorme valor antropológico.
          
                          



                                                      Calera “puebleña” en Almenara


       Ya en el siglo XIX, con la promulgación de las Cortes de Cádiz de 1812, se aprobó la disolución de los señoríos y mayorazgos. La desaparición de la Mesta, provoca que la dehesa de Almenara no tuviera aliciente económico para su propietario. En el Archivo Municipal de Peñaflor del año 1820, aparecen estas tierras desvinculadas ya del mayorazgo del Condado de Palma, con un propietario particular.

           Del siglo XX, en su primera mitad, merece destacarse la actividad minera que tiene lugar en Almenara en una zona más cercana a Peñaflor, con una explotación de sulfuro de cobre y plomo.
                                                                                        


En primer término, construcciones y viviendas ,y al fondo el malacate de la última actividad minera de Almenara
     

En relación con la actividad festiva que cada año lleva a cabo la localidad de Peñaflor en  Almenara por el Día de los Santos, y en la que han participado desde  siempre muchos puebleños/as, creemos que puede estar relacionada en su origen con el pasado comunal de esta finca, de la que fue propietario hasta el siglo XV el Concejo (Ayuntamiento) de Córdoba, que siempre había querido esta dehesa para beneficio de los habitantes de esta provincia, a la que pertenecieron Peñaflor y Almenara durante prácticamente toda la Baja Edad Media.

            Concluyendo diríamos que Almenara tiene pulso, sigue teniendo pulso a pesar de la ardua tarea que supone la conservación del medio ambiente natural y de los restos arqueológicos. En el futuro se lo debemos  ir dando entre todos, para que siga siendo fiel a su historia; particularmente las personas más vinculadas a este gran espacio natural, entre las que nos encontramos los habitantes de sus pueblos aledaños que tenemos la suerte de disfrutarlo de alguna manera.
                                                               
Bibliografía:

-       Fernández González, R. El castillo de Almenara, BRAC, n. 85 (1963),180-186.
-       Nieto Cumplido, M., El señorío de Almenara en la Edad Media. En Ariadna 18. Palma del Río 2006, Pags. 29-30


domingo, 19 de julio de 2015

La Puebla de los Infantes y sus embalses


            La verdad es que La Puebla tiene un entorno privilegiado. Su término municipal está rodeado por tres embalses: el del Retortillo, el de José Torán y el más pequeño de ellos, el de derivación del Retortillo. Aparte debemos mencionar también, por su valor paisajístico, el azud del Ayuntamiento en Piedras Blancas, para la potabilización  de su agua con destino al abastecimiento de la población y la presa de Sofío, para el funcionamiento de un antiguo molino harinero ya en desuso; estas dos pequeñas retenciones, también en el río Retortillo, afluente del Guadalquivir por su derecha, que transcurre por el Este de nuestro término, sirviendo de límite con Hornachuelos y por tanto límite natural de las provincias de Sevilla y Córdoba.

·        EMBALSES DE LA CUENCA DEL RETORTILLO
    Por el orden en que nos los iremos encontrando desde el curso alto de este río hasta su desembocadura

1.-EMBALSE DEL RETORTILLO

También se le nombra en nuestro pueblo como PANTANO DEL ÁGUILA, por el topónimo de la finca matriz en la que está enclavado.        Es el más antiguo, su construcción data de los años 1966-69 y su inicio de explotación, de 1970 para riego y abastecimiento. Dado que los datos técnicos se pueden obtener por Internet en la página de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, nos referiremos en este caso como en los otros a lo que les puede interesar a los visitantes: sus accesos, sus usos turísticos-recreativos, así como las características ambientales de la cuenca.
            Desde Sevilla el acceso a este embalse se lleva a cabo por la carretera SE-7104 de La Puebla de los Infantes a Las Navas de la Concepción. Nos lo encontramos a unos 8 Kms. Aproximadamente, en que justo al llegar a él podemos optar entre dirigirnos dirección Las Navas en la que iremos encontrando parajes preciosos, como los de las desembocaduras al embalse de los ríos Ciudadeja y Retortillo o el Llano de los Perejiles por donde podemos pasear, pescar…;  o bien dirigirnos al llegar al embalse hacia la derecha, por donde encontraremos la ruta de la 5ª Etapa del sendero GR48, Sendero de Sierra Morena, en la provincia de Sevilla, de La Puebla de los Infantes a Hornachuelos; a unos 3 Kms., la  espectacular presa y su entorno  y sucesivamente la entrada al Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos y la provincia de Córdoba por la carretera que nos lleva (o nos trae si venimos desde poblaciones de Córdoba)  hasta la bifurcación de la CO-5310  que nos llevará a Hornachuelos, a la izquierda  o a Palma del Río, a la derecha.
            Los usos turísticos-recreativos de este embalse están limitados prácticamente al paseo y disfrute del paisaje y de los animales que avistaremos, al senderismo y a la pesca en la que podremos obtener, sobre todo, magníficos ejemplares de carpa royal y común, barbos, black bass, e incluso alburnos y percas sol. El hábitat y entorno más frecuente del embalse es la dehesa y el matorral mediterráneo típico de la sierra. La riqueza forestal y la fauna de su cuenca es inmensa, téngase en cuenta que se encuentra entre el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla y el Parque Natural de Hornachuelos, dos espacios protegidos, a los que debemos acceder con mentalidad del respeto más absoluto a su medio ambiente.


Embalse del Retortillo o "Pantano de El Águila"

2.- AZUD DE PIEDRAS BLANCAS

            Lo denominamos con este término árabe de “azud”  refiriéndonos a una pequeña represa, de la que se extrae agua para abastecimiento de La Puebla de los Infantes, tras su depuración en las instalaciones por aquel entorno, por cierto de una belleza paisajística incomparable. Fue una de las compensaciones de las que se dotó al pueblo allá por los años ochenta del siglo anterior cuando se estaba construyendo la presa de José Torán que cubriría con sus aguas uno de los valles más productivos de La Puebla.


Azud del Retortillo en Piedras Blancas (Foto de Rafael Murillo)

3.- PRESA DE SOFÍO

            Por haberse tratado ya expresamente, junto con el molino del mismo nombre, en el número 8 de VIVA La Vega (16-31 diciembre 2014, Pag.12), y anteriormente en este blog, no abundaremos en este paraje de gran significación para el pueblo, tanto paisajística como de reminiscencias históricas y antropológicas.

4.- EMBALSE DE DERIVACIÓN DEL RETORTILLO

            Su construcción data de 1964-68 y el inicio de su explotación de 1969, siendo su función la de distribuir las aguas de esta cuenca a diferentes poblaciones para riego y abastecimiento (Peñaflor, Palma del Río, Écija…).  En su margen izquierda abarca en parte  términos de Hornachuelos y de Palma del Río. Y en su margen derecha términos de La Puebla de los Infantes por “Las Carboneras” y sobre todo, término de Peñaflor. Desde la provincia de Sevilla se accede a la presa por la carretera SE-7105 de Peñaflor a La Puebla de los Infantes tomando un acceso de Confederación H.G. a la altura del cortijo de “Malapiel”. Si se desea llegar hasta otros puntos del embalse hay pocas opciones, la más factible sería seguir el antiguo cordel de Hornachuelos que sirve de límite entre los términos de Peñaflor y La Puebla de los Infantes.
            Desde la provincia de Córdoba se accede a la presa a través de la carretera CO-5310 entre Palma del Río y Hornachuelos tomando el acceso de CHG y a otros puntos de este embalse, siguiendo la carretera un poco más adelante y saliendo por la urbanización de Pajares.
            Este embalse discurre por una zona de gran importancia histórica: “El Turruñuelo” ( restos de fortificación tartésica y del convento de San Luis del Monte, del siglo XV),  y en “Malapiel”, el castillo almohade de El Toledillo. Si bien los usos turísticos-recreativos se limitan a la pesca de especies similares a las del embalse del Retortillo (salvo en la zona de la presa, en que está prohibida) si tenemos en cuenta que sus márgenes lo comprenden en su totalidad propiedades privadas, y los accesos se limitan a escasas vías pecuarias, aparte lo abrupto del terreno con grandes barrancos y taludes.

Vado de la Gitana del cordel de Hornachuelos. El embalse de derivación por El Turruñuelo

  • EN LA CUENCA DEL RÍO GUADALVACAR Y EL VALLE DE CASTRIL, EL EMBALSE DE JOSÉ TORÁN

            El río Guadalvacar, cuando se convierte en embalse tiene en su margen derecha el término de Lora del Río y en su margen izquierda  el de La Puebla de los Infantes, si bien este embalse se extiende sobre todo por el valle de Castril de La Puebla.
           Su construcción data  de 1983-1991 y el inicio de su explotación, de 1991 para riego y abastecimiento de pueblos de la Vega del Guadalquivir (Lora del Río, El Priorato y Setefilla).
            Desde la provincia de Sevilla se llega hasta este embalse a través de la carretera de Lora del Río- La Puebla de los Infantes (SE-6102) o desde Constantina-La Puebla por la SE- 7103.Y desde Córdoba a través de la mencionada carretera SE-7105 de Peñaflor-La Puebla de los Infantes.
            El hábitat o entorno más frecuente de este embalse es el de la dehesa. Merece destacarse las estribaciones de Sierra Morena que podemos contemplar desde él. Particularmente por su importancia paisajística y senderista debemos mencionar la Sierra León comprendida entre el santuario de Setefilla , de Lora del Río y el Cerro de San Cristóbal, de La Puebla, la mayor altitud del entorno (467 m.). Cuenta esta Sierra con otro vértice geodésico en nuestro término municipal en el que hace pocos años el Ayuntamiento ha construido un mirador, conocido como de Las Palomas desde el que se pueden divisar muchos pueblos de La Vega, tanto de Sevilla como de Córdoba, aparte la contemplación de casi todo este embalse del que tratamos.( De este mirador se trató  en VIVA La Vega nº 7, Pag. 11.).
            En el José Torán son más amplios los usos turísticos y recreativos. Hemos hecho mención al senderismo, con ruta directa desde el propio embalse hasta el mencionado vértice geodésico de Las Palomas o la del cerro Santo (San Cristóbal) a través de la carretera del Sanguino que parte de la bifurcación de El Cañuelo, que cuenta ya con zona de aparcamiento. Desde esta podemos seguir también toda la margen izquierda del embalse, por el recién construido "Sendero de Los Almendros" que nos llevará así mismo a dicho vértice. En una zona reservada para ello, en la margen derecha y teniendo al frente como pantalla panorámica la Sierra León se realizan actividades de parapente y paramotor. Existe en la localidad una empresa dedicada a ello, así como para otras actividades de aventuras. La navegación está autorizada, cuando se cuenta con los correspondientes permisos, para remo y motor eléctrico. Es este así mismo un lugar propicio para la pesca, en el que se celebran gran cantidad de campeonatos durante el año, con variedades de capturas tales como: la carpa, el barbo y el black-bass. Cuenta así mismo nuestro pueblo con un club de pesca que realiza diversas actuaciones durante el año. Otras actividades que se vienen realizando en el José Torán es el avistamiento de aves, dada su abundancia y variedad, así como su rareza en algunos casos: anátidas de diversas especies, cormoranes, águilas perdiceras y pescadoras, buhos reales...Y como avistamiento de excepción tenemos incluso elanios y vencejos moros, muy escasos en España y en toda Europa, así como vencejos cafres. Cuenta así mismo el entorno de este embalse con infraestructura hotelera y de restauración.


El embalse José Torán en primavera. Toma realizada desde un paramotor


Callejeando por La Puebla de los Infantes (III)







































Callejeando por La Puebla de los Infantes (II)