martes, 5 de julio de 2016

Artesanía del dulce tradicional puebleño

  No sabemos a ciencia cierta el origen del dulce tradicional, el de toda la vida, con el que nuestras madres y abuelas nos sorprendían, sobre todo en  pueblos como el nuestro, en Navidad, en Semana Santa y en acontecimientos festivos familiares. Podríamos establecer como origen probable nuestro periodo andalusí en que se retomó la cultura del aceite y se prodigó la fritura del pescado, de la masa de harina, como nuestra famosa sopaipa de Las Candelas, y algunos de los dulces de los que hoy trataremos, dada nuestra riqueza aceitera del olivar, a diferencia de la cultura castellana de lo cocido y lo asado. Lo cierto es que tiene mérito que se haya mantenido en el tiempo, de generación en generación, esta cultura repostera, toda una seña de identidad en algunos lugares, como es el caso de La Puebla de los Infantes. Y todo ello gracias a personas como las que hemos ido a visitar en las vísperas del primer domingo de Junio, día de la Romería, a sabiendas de que seguramente estarían preparando dulces para sorprender a familiares, vecinos y amigos en este día tan señalado en que hay que llevar de todo. Se trata de tres mujeres  a las que se les identifica en este quehacer porque consiguen exquisiteces con todas las variedades de dulces tradicionales, por su autenticidad, su arte y su afición; si bien hay en el pueblo muchas otras mujeres, sobre todo de su edad aproximada, ya abuelas, que también son capaces de conseguir exquisiteces de esta índole, pero de una variedad concreta, la que gusta en la familia, y la elaboran una y otra vez a lo largo del año. Por el orden en que hemos hablado con las tres mujeres representativas, se trata de Carmen Santana Asenjo, Carmen Algarrada Padilla y Mercedes Molina Fernández.

Carmen Santana friendo flores tradicionales entre las variedades de buenos dulces que consigue
A las tres les hemos dirigido unas preguntas obligadas de entrada acerca de quién le enseñó o cómo aprendió este arte culinario, qué dulces consideran los más antiguos y auténticos y cual creen que es el más representativo de La Puebla.
A Carmen Santana le enseñó siendo pequeña su tía Ángeles Asenjo y le fue fácil aprender porque le gustaba observarla en todos los detalles. A Carmen Algarrada, su tía Gertrudis Padilla, también de pequeña; y a Mercedes, los pestiños se los enseñó Anita Gutiérrez Santana y los demás dulces la madre de una tía suya y su suegra. Las tres coinciden en que los dulces más antiguos y auténticos son los pestiños, las flores y las tortas de manteca; y el más representativo de La Puebla de los Infantes, el pestiño de miel de buen tamaño. Para estos conservan las antiguas maderas con las que conseguir las genuinas rayitas. También los hacen con azúcar.

Carmen Algarrada en plena faena de los brazos de gitano, entre otros dulces, cuando la visitamos
 Las tres elaboran toda clase de dulces tradicionales,“lo tradicional de sartén”: pestiños, gañotes, roscos y flores. Y también obtienen riquísimos brazos de gitano, tortas de manteca, empanadillas rellenas de cidra de la huerta puebleña, las torrijas de leche o vino con pan antiguo sin corteza e incluso las muy antiguas tartas de bizcocho.
A la pregunta de qué dulces terminan elaborando con más satisfacción, las tres coinciden en el pestiño, sobre todo en Navidad, por lo entrañable de estas fiestas, si bien en La Puebla se suelen consumir casi todo el año en cualquier celebración. También se consumen prácticamente todo el año las flores, roscos, gañotes y brazos de gitano.
Constatamos que últimamente se prodigan poco las tortas de manteca. Lo justifican por lo laboriosas que son y por necesitarse un buen horno, que hasta ahora se suplía recurriendo a los  de las panaderías.
Les pregunto que por qué este dulce tradicional es tan especial y gusta tanto. Se lo atribuyen a la buena materia prima que ellas procuran para sus dulces, por ejemplo el magnífico aceite de oliva virgen extra que disfrutamos en La Puebla de los Infantes o la miel tan natural que se consigue en nuestras sierras, los huevos, el cariño que se le pone elaborándolo todo a mano, y muchas veces hasta teniéndose en cuenta el gusto del que lo va a consumir…También coincidimos en que al evitarse elementos químicos, aceites hidrogenados, etc… siempre serán mucho más saludables que los industriales.

Mercedes Molina en su cocina en la que a veces dedica muchas horas a sus dulces tradicionales
Abordamos finalmente la continuidad de esta artesanía del dulce tradicional. Llegados a este punto, a las tres les preocupa el tema, si bien creen que estos dulces se seguirán haciendo en el pueblo de una u otra forma; de hecho hay personas que para perfeccionar la elaboración se acercan a sus casas a pedirles consejos y ellas muy gustosas no solo los dan, sino a veces hasta sus recetas. Pero constatan que los/as  jóvenes no están mucho por aprender las recetas y técnicas, si acaso las acompañan  observando lo que hacen y poco más. Carmen Algarrada reconoce que tiene un buen ayudante en su marido, Pedro; y Mercedes, en su hijo Antonio.
Damos fe que estas mujeres tienen arte en lo que hacen y nos agradan la vida con los productos que salen de sus manos expertas, pues de alguna manera los hemos probado los de las tres. Debemos procurar que algo tan auténtico no se llegue a perder, hagamos votos por ello.
Nuestro agradecimiento a las dos Carmen y a Mercedes por su colaboración en el reportaje y nuestro reconocimiento por ser piezas imprescindibles de la cadena que ha hecho posible que este bien cultural se haya transmitido de generación en generación.