sábado, 6 de febrero de 2021

Recolección en invierno de hongos y plantas silvestres alimenticias, condimentarias y medicinales, en el entorno de La Puebla de los Infantes: Curiosidades de nuestra flora (2)

Aparcamos durante un tiempo la actividad del huerto porque la Naturaleza nos impone el conocido como letargo invernal, pero no por ello vamos a desconectarnos de hongos y plantas, sino que  podemos orientar nuestra atención a los silvestres del matorral mediterráneo, de nuestras dehesas, de nuestros arroyos… en fin de lugares cien por cien naturales, nunca caminos ni lugares contaminados, en el entorno de La Puebla de los Infantes.

La recolección de plantas  silvestres forma parte de la cultura más ancestral, que en parte se relaciona con la subsistencia, sobre todo de las personas que las recogían para venderlas, pero hete aquí que de simples recursos alimentarios han pasado algunas de ellas así como los hongos a ser auténticos manjares que se jactan de ofrecerlos los mejores restaurantes, pues se trata de vegetales que siempre nos han acompañado procurándonos en la mayoría de los casos toda clase de beneficios para nuestra salud, sobre todo, por las propiedades que tienen: vitaminas, minerales, fibras…que particularmente en tiempos de Covid necesitamos para suplementar nuestra alimentación  y de camino reforzar nuestro sistema inmunitario. Hoy incluso hay ya todo un sistema de estudios de ellas, a través de la “permacultura” que  trata de restaurar el daño causado a los sistemas naturales al mismo tiempo que gestionar los recursos de manera sostenible para beneficio mutuo de la especie humana y la naturaleza.



 


Comenzando por la cultura de la micología, los hongos o setas de los que podemos disfrutar entre otoño e invierno, sobre todo si este viene lluvioso, son: las setas de álamos (Agrocybe aegerita), la gallipierna (Macrolepiota procera), el faisán de alcornoque (Boletus aereus), el faisán de jara(Leccinum corsicum), que es la variedad que más tiempo perdura en el inviernoel níscalo (Lactarius deliciosus), el champiñón silvestre (Agaricus campestris) y la seta de cardos (Pleurotus eryngii).

                                                      



 Los espárragos, en sus variedades: amargueros (verdes claros, más gruesos y sabrosos) y trigueros ( más delgados y pardos) son asequibles al principio del invierno (diciembre) y al final (febrero). En La Puebla se recolecta también las esparraguillas o brotes tiernos de una variedad de lúpulo, que son más amargas.


               

 Tenemos también las acederas, vinagreras, o como se les conoce en La Puebla, lenguas: plantas con las que elaboramos unas ricas espinacas con muchas propiedades: calcio, vitaminas A y C, nos protegen el hígado, etc... Y las tagarninas, sobre todo a partir de febrero, que en otros lugares se les llama cardillos. Aquí son famosas las tagarninas con habas, se complementan también con ellas los nutritivos cocidos y se elaboran así mismo unas suculentas tortillas. Y en relación con estas últimas tenemos también para elaborarlas las tiernas y sabrosas collejas antes de su floración de primavera.




En invierno no deben pasar desapercibidas para nosotros las recurrentes ortigas o “maravillosas malas hierbas”. Tenemos la ortiga negra o de hoja pequeña ( Urtica ureas) y la ortiga mayor, verde, de hojas mayores ( Urtica dioica). La primera nos sirve para hacer decocciones con ella y con los ajos muy pequeños que se desechan, y obtener un buen insecticida para la primavera en plantas del huerto o de la casa. Se puede secar y moler como complemento alimenticio de las gallinas por su riqueza de calcio para la cáscara de los huevos. Tanto esta variedad como sobre todo la ortiga grande o verde tienen propiedades culinarias y terapéuticas: en muchos lugares se utilizan en tortillas o como sustitutas de las espinacas pues tienen un sabor parecido. Tienen propiedades diuréticas, astringentes, antihemorraicas, antialérgicas, con efecto reductor del agrandamiento o hipertrofia benigna de próstata, para lo que las utilizamos haciéndonos decocciones o infusiones.





 Llegamos a una gran protectora de nuestra salud, que entre enero y febrero nos tiene plagados nuestros campos, sobre todo si son ecológicos, como provocándonos para que la utilicemos más de lo que lo hacemos ( hay algunos médicos naturalistas que nos dicen en artículos periodísticos que pueden salvar muchas vidas): el diente de león (Taraxacum officinaleis), la de la flor amarilla que al final se vuelve blanquecina y se deshace con el viento. Las podemos arrancar con raíz , lavarlas, ponerlas a secar a la sombra en el almacén de la casa y utilizarlas en periodos de tiempo con descansos intermedios en infusiones o decocciones. También se pueden comer frescas en las ensaladas. Entre sus propiedades terapéuticas destacan sus virtudes como diurético, desintoxicante y purificador de la sangre. Protege el hígado y la vesícula activando la expulsión de la bilis y previniendo los cálculos biliares, etc… Y en fin, nos ayuda a reforzar nuestro sistema inmunitario.


Así mismo, en  esta estación podemos recolectar, sin pretender grandes acopios y sin hacer daño, el tomillo y el romero. No descubriremos nada nuevo respecto a las propiedades tanto culinarias como medicinales de estos dos conocidos y famosos arbustos, que merecen un mapita conceptual aparte. Y así podríamos continuar con plantas tan tradicionales y conocidas como la hierbabuena, la menta,  el hinojo ( el gran aliado de la digestión, diurético…)la salvia, la manzanilla... y un sinfín de plantas más, aliadas del género humano.   


 Queremos hacer las entradas del blog asequibles a cualquier persona y no extendernos mucho. Esta podría ser la primera de otras entregas posteriores similares,  a expensas de la aceptación de esta por parte de los seguidores del  blog.

                Rafael Velasco                                          


Nota: En el mapita del tomillo debe decir: Alivia la tos y la gripe...