La anécdota: Un
cercano Día de Andalucía, en una de mis caminatas mañaneras, paso junto a un
grupo de cinco o seis hombres buenos, trabajadores honrados, algunos de ellos
peinando ya canas; intuyo que de distintas sensibilidades políticas, aunque a
todos les une la capacidad del aguante andaluz, en un pueblo profundo, de
nuestra Andalucía profunda. Nada más me acerco a saludarlos, uno de ellos me
espeta con una pregunta muy directa que introduce un vocativo halagador:
“Maestro, ¿qué es lo que celebramos hoy?”.Yo, que voy abstraído, me dejo llevar
por mi ingenua inclinación a la didáctica y cuando voy a responderles con un
alegato sobre este día tan señalado, en el que se trata de poner de manifiesto
nuestros valores…,o sobre Blas Infante..., la sonrisa picarona de mi interlocutor
me hace caer en la cuenta de inmediato del doble sentido de su pregunta, como
tantos dobles sentidos de nuestra rica habla andaluza; en nuestro caso, lo que
quería preguntarme era efectivamente: “¿Qué es lo que hay que celebrar aquí con
la que está cayendo?”. A lo que continúan otras aseveraciones por parte de
otros miembros del grupo: “¡Qué espectáculos!” “¡ Vamos p´atrás, como el
cangrejo!”
“¡Las cosas que hay que ver y escuchar!”.
Cuando se aplacan
un poco los ánimos, en nuestra
espontánea tertulia, me van demostrando lo que saben a pesar del poco
tiempo que algunos fueron a la Escuela: “Andalucía, una de las regiones
europeas con más paro” “Vamos camino de ser el vagón de cola” “¡ Y pensar que
hubo un tiempo en que fuimos la envidia de Europa!”. “Sí, pero por eso vinieron
los castellanos a apoderarse de esta tierra y a expulsar a muchos de aquí que no pensaban como ellos” “¿Por qué
será que se habla tan poco de esa época?”. “Y ese pobre hombre, que lo mataron
en Sevilla por defender a Andalucía, ¿por qué se habla tan poco de él y de sus
ideas?”. “Lo sacan una vez al año, como los pasos de Semana Santa, le dan su
homenaje, le tocan el himno y ¡hala, hasta el año que viene!” “¡Con lo que
podríamos aprender de él!”. Y así sucesivamente…
Y es que estos
hombres, ya algunos en los sesenta y
pico, después de haberlo soportado todo en la vida, como buenos estoicos o, en
nuestro caso, senequistas, ahora, entrando en la vejez, tienen que escuchar los cantos de sirena que
el establishment les envía cada día desde Madrid y Sevilla, precisamente cuando
ellos ya han aprendido “ latín”. Y es
que es lógico que protesten, reivindiquen, se rebelen, porque tienen alma y
corazón. Posiblemente alguno no haya cogido ni siquiera una pancarta en su
vida, pero ahora, por sus hijos con tan poco futuro, tan mal pagados, tan
maltratados en los trabajos, el que tengan que coger las maletas como lo
tuvieron que hacer muchos de sus abuelos, y otras cosas… posiblemente la
enarbolarían.
Esto que ocurrió
en un Día de Andalucía, igual podía
haber ocurrido cualquier Día de la Constitución, eventos conmemorativos, en que nuestros
representantes estatales, autonómicos y estamentales celebran sus triunfos al
tiempo que el pueblo llano lamenta sus fracasos. Cuando vuelvo a mi casa,
henchida la emoción, me planteo retratar la escena anterior, con más o menos
éxito, para dejar constancia de ella en mis recuerdos y de alguna manera como
reconocimiento al pueblo llano, al pueblo trabajador de nuestra Andalucía
profunda. Y lo hago con unos versos en cuatro décimas o espinelas, estrofa que
le dio forma el andaluz y rondeño Vicente Espinel:
I
¡Ay, mi pobre Andalucía!
Pocos conocen tu historia
sin duda, definitoria
de tu ser y tu valía.
Cada año llega tu día.
Pregunto,¿qué celebramos?
-No creo que lo sepamos.
(Respuesta
de más de uno
que cree ser oportuno
al hilo de lo que hablamos).
al hilo de lo que hablamos).
II
Será por algo, yo creo…
-Por charanga y pandereta,
( Dice otro que me espeta)
al menos es lo que veo.
Prosigo con mi sondeo:
¿Qué saben de Blas Infante,
andaluz de buen talante?
-¿Qué quiere Vd. que sepamos?
nada, no se lo ocultamos.
(Como el que te da un desplante)
III
Llevamos ya muchos años
con día tan señalado…
(Digo yo a los de al lado)
- Apaños y más apaños
por no llamarlos engaños.
( Habla otro hombre cercano
que muy valiente y
ufano
dice por añadidura
que lo que falta es
cultura
como
el agua en verano)
IV
¿ Por qué hace falta cultura?
( Me dan la contestación
y no exenta de emoción,
pero siempre con cordura)
- ¿Quiere la verdad pura?
Para no tener desvelo
que no nos tomen el pelo
que no haya pobreza y paro
que no haya desamparo
que Andalucía sea un cielo.