Sí,
efectivamente, de ejemplar único en la provincia de Sevilla, lo califica una
autoridad en la materia como lo es D. Pedro A. Cantero, antropólogo, profesor
de la Universidad de Sevilla, en su obra
“Arquitectura del agua”, al más importante monumento de aguas con que cuenta la
localidad de La Puebla de los Infantes. Nos estamos refiriendo a Las Pilas, que
es como aquí se les conoce, a los
lavaderos públicos de la Avda. de Andalucía, cuya construcción data de 1863, si bien Pascual Madoz en su famoso “
Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de
Ultramar” (Madrid, 1845-1850) ya había hecho referencia en este lugar “al fin de la calle principal en dirección al
camino de La Palma”( se refiere a Palma del Río), a una importante fuente
con cuatro caños, con múltiples usos entre los que estaría obviamente el del
lavado de la ropa.
¿ Por qué Las
Pilas de 1863 son el monumento de aguas más importante de La Puebla y por qué
es un ejemplar único en la provincia?
Espacio semiabierto. La marquesina
de forja, y al fondo, el pilón con uno
de los caños originales y un cántaro de la antigua alfarería “El Tejar”
|
Para el profesor Cantero y para las personas con
sensibilidad y buen gusto está claro que se debe a su factura, a su estado de
conservación y por ende, a su belleza. La persona que proyectó la obra en su
conjunto concentró en una pequeña superficie, con sentido práctico, armonioso y
estético dos espacios diferentes, pero complementarios al mismo tiempo, al
disponerse para ellos de la misma agua, que según la tradición procede de La
Meína, barrio más alto de resonancias ancestrales puebleñas donde las haya; nos
estamos refiriendo a un espacio semiabierto y mixto y a un espacio semicerrado
y exclusivamente femenino. El primero es el armonioso rincón o plazuela que
conforman la antigua fuente, el pilón
con cuatro caños formando ángulo con una hermosa casa, hoy vivienda particular,
que fue antigua fonda y más tarde bar y escuela pública, que aún conserva lo
que debió ser una coqueta marquesina de
forja para sombra que “cobijó a muchos
clientes, que además de consumir debían admirar el espectáculo de las
aguadoras; pocos espacios parecen tan ricos en vida social como lo que este
debió ser, verdadero cruce de géneros y edades, de expectativas y situaciones,
de esfuerzo y goce; en un territorio público que la sociedad antigua
compartimentaba”.Este espacio se abre a la antigua calle del Matadero, hoy Avda. de Andalucía,
Espacio semicerrado de 30 pilas en forma de jota invertida. Al fondo, el pozo “El Ladrón” y quedaba separado del otro, por un muro limítrofe y distribuidor del agua para ambos espacios, o mejor dicho, que recoge para los lavaderos la sobrante del pilón. |
El segundo
espacio semicerrado y exclusivamente femenino es el comprendido por 30 pilas
organizadas con primor y prestancia en forma de jota invertida en un espacio de
tan solo sesenta metros cuadrados pero que
favorecía la movilidad entre las lavanderas, que desde muy temprano
debían acudir a este lugar a ocupar su lavadero, provistas de su instrumental:
canasto de varetas o de mimbre para transportar la ropa, lavadero para
refregarla, jabón casero, ruillas para taponar las pilas, clarillas,
añil…;cuando no permanecer allí hasta altas horas de la noche tras una larga
jornada de trabajo.
Detalle. Instrumental de las
lavanderas: canasto de varetas, lavadero de madera, ropa y jabón casero
|
La entrada a
este espacio se hace por una escalinata, ya que los lavaderos se encuentran en
un piso inferior al de la calle, desde la que se pude tener una visión completa
de la actividad que en ellos se realice ;en la actualidad ya sólo teatrillos de
simulación de la actividad ancestral del lavado público, la grabación de
reportajes de televisión o la conversación de distintas generaciones sobre dicha actividad.
“Las pilas estaban esculpidas y articuladas
en el justo equilibrio de lo funcional y lo estético, lo que permitía el mejor
gesto, la holgura del cuerpo y la perfecta circulación del agua; sus formas
elegantes hablan por si solas del buen gusto de quien proyectó la obra”. Aparte
la distribución ingeniosa, lo funcional y lo estético del diseño de las pilas,
a que se refiere el Prof. Cantero, nos llama la atención también el material
empleado, “auténtico”, como diríamos hoy aquí: el ladrillo taco para la
construcción, procedente de las alfarerías que existían entonces en La Puebla,
y para el pavimento, el chino de los arroyos. Parece ser que este espacio tuvo
también su claraboya, puesto que el lavado de la ropa no cesaba por que el
tiempo estuviera de lluvia; pero que tras su deterioro se desmontaría.
Para disfrutar
de los recuerdos y resonancias de este lugar de
trabajo casi a diario, y encuentro de mujeres, basta conversar con algunas de las que
frecuentaron aquel lugar durante décadas, que felizmente aún viven. Seguro que
nos deleitarán recordando el día a día de aquella actividad: las
discusiones frecuentes, el verbo fácil,
irónico y picarón, cuando no sarcástico…de ahí que los hombres no se atrevieran
ni a asomarse siquiera al recinto de los lavaderos. O el pozo en el extremo
opuesto a la entrada, al que llamaban “el Ladrón”, que conducía las aguas
sucias a la antigua huerta de José María, por el que “se escapaba a menudo alguna prenda y muchos juramentos”.
En fin, decir
Las Pilas de La Puebla es referirnos a una construcción muy afortunada y original
con una actividad incesante de gran resonancia para el pueblo. En su memoria
aún quedan retratos de escenas y episodios que allí tenían lugar, que se
plasmaban en las coplillas de las murgas de antes de la Dictadura, como las del
poeta local Nazario Castaño, gran observador de la realidad puebleña, que plasmaría en sus coplas
para el Carnaval de 1935 la siguiente instantánea de Las Pilas con el
gracejo, la ironía y el buen humor que le caracterizaba:
Un día amaneció lloviendo
y nos quedamos de huelga,
y nos dimos un paseo
por la calle Maestro Huelva.
Y
oímos decir: “¡ Calla, so pendón,
que ese lavadero lo he comprado yo!”
Y la otra contesta:
“Calla, so gran puta,
que tienes a tu marido
con catorce puntas”.
La otra contesta:
“So estiércol ¿te callas?
te tragas el cubo,
los calzones blancos
y hasta las toallas”
Bibliografía de
referencia: ARQUITECTURA DEL AGUA FUENTES PÚBLICAS DE LA PROVINCIA DE SEVILLA,
Pedro A. Cantero Martínez, Edit. Diputación de Sevilla Área de Cultura, 1995.
Fotografías: Antígona
Márquez Pascual, marzo 2015