La plaza Virgen de Las Huertas, lugar de reunión y partida |
Hemos quedado citado
un grupo de amigos, amantes de la Historia y la Arqueología, un domingo soleado
de diciembre, para realizar una ruta que nos lleve por diversos parajes de gran
significado histórico en La Puebla de los Infantes. Y es que en nuestro término
municipal, aparte otras rutas (senderistas, micológicas, gastronómicas , de
caza, de pesca…) contamos con infinidad de yacimientos arqueológicos que nos
hablan de periodos protohistóricos e históricos; o lo que es lo mismo, de
habitantes del Neolítico, de tartesios y turdetanos, de cultura romana,
visigoda, musulmana… y restos de gran valor antropológico, como pueden ser vías
pecuarias, minas, cuevas, molinos hidráulicos, fuentes, abrevaderos, pozos
artesanales, caleras…Y ello, sin olvidarnos de la gran riqueza patrimonial del
casco histórico de la localidad en torno al gótico-mudéjar (siglos XIV-XVI)
sobre todo.
Nuestro lugar de
partida, que es el de casi todas las rutas que se realizan en el pueblo, no es
otro que la plaza Virgen de las Huertas, en la encrucijada de carreteras que se
dirigen a todas las direcciones. Y vamos a contar con el amplio conocimiento
con que cuentan de los diferentes
periodos de la historia, así como de
arqueología, los investigadores Emilio J. Navarro Martínez, de Palma del Río y
el puebleño Juan José Toribio García, con el denominador común de ambos de sus
múltiples publicaciones sobre temas históricos.
Hemos querido
estructurar nuestra ruta en dos etapas: una primera más recreativa y de
disfrute de lugares conocidos por la mitad del grupo, compartiéndola con los
que no los conocen y una segunda etapa de exploración de todo el grupo de un
espacio lejano de interés y poco conocido.
Tomamos un carril
que unía desde antiguo La Puebla con
Constantina. Cuando llegamos a una cierta distancia, en un precioso paraje
recorrido por un caudaloso arroyo tras unos días lluviosos, hacemos una parada
y le pedimos a Juan José Toribio que nos
hable acerca de lo que le sugiere aquel espacio, y nos explica al respecto:
- El arroyo de la Dehesilla atraviesa de norte
a sur un pequeño valle, situado a unos 3.500 metros del casco
urbano de La Puebla. Rodeado por pequeñas elevaciones y atravesado por la
antigua cañada que desde La Puebla de los Infantes se dirige hacia Constantina
conocida como “Camino Real a Constantina”. Su trazado discurre en las
proximidades de importantes yacimientos arqueológicos y mineros. Dichos
yacimientos nos hablan de las primeras ocupaciones del valle, las cuales se
remontarían a la Prehistoria, más concretamente al Calcolítico (o Edad del
Cobre), es decir al III mil. a. n. e. Todos los pueblos y civilizaciones que
han poblado Andalucía a lo largo de los últimos 5000 años han dejado su huella
más o menos importante en dicho valle, lo que lo convierte en una zona
arqueológica muy importante para el estudio y conocimiento tanto a nivel local,
comarcal y provincial.
Emilio Navarro y Juan José Toribio en plena explicación sobre uno de los espacios emblemáticos de la protohistoria puebleña |
Nos adentramos ahora en una finca
privada de dehesa para que Emilio Navarro nos hable de un santuario rupestre
que él conoce bien en aquel lugar:
- El altar de sacrificios rupestre del
santuario celtíbero de la Dehesilla constituye un interesante ejemplo de
espacio religioso de la protohistoria. La aparición en las cercanías de una
estela menhir nos señala este entorno como lugar sagrado desde la prehistoria.
Este altar de sacrificios esta tallado en un afloramiento rocoso orientado al Este
geográfico. La elección de este afloramiento no era casual pues desde su cima
se contempla el amanecer con la carga simbólica que este acontecimiento astral tiene para todas las religiones.
Especialmente interesante resulta comprobar que en la aurora del solsticio de
verano el vértice de esta roca es bañado por los primeros rayos de sol del día
más largo.
La piedra natural con forma piramidal fue labrada intencionadamente en
la protohistoria para crear una escalera ritual que asciende a la cumbre y que
consta de cinco peldaños. Además posee tres plataformas donde serían expuestas
las ofrendas a las divinidades. Los sacrificios podían ser de diversa clase,
desde ofrendas vegetales hasta sacrificios de animales para los que existe un
pequeño caño para drenar la sangre. Sólo excepcionalmente o en tiempos
convulsos, los pueblos prerromanos realizaban sacrificios humanos.
Autores como Estrabón escribieron sobre las costumbres religiosas de
los Celtici ( Célticos ) que habitaban el suroeste de la Península en la
llamada Beturia Céltica ( Norte de Huelva, Sevilla, Córdoba, Badajoz y el
Algarve ).
Proseguimos nuestra marcha y pasamos muy cerca de la mina
del Galayo sobre la que Juan José nos informa de lo que sigue:
-La mina del Galayo es
una mina situada entre los cauces de los arroyos Dehesilla y Aliseda( que
desembocan en el embalse José Torán) explotada desde muy antiguo. El mineral
que se extraía de la mina era plomo argentífero. En la primera mitad del siglo
XIX era una de las minas más importantes que existían en España ya que
conocemos algunos datos de su rendimiento por la prensa de la época y nos dice:
“que salía una galena acerada tan rica, que algunas veces daba treinta y dos
onzas de plata por quintal de mineral, pero hacía tal cantidad de agua que
necesitaba cuatro caballos de vapor, obrando continuamente para
extraerla”. Dicha importancia queda
patente igualmente en los restos constructivos conservados en sus inmediaciones
y otros que quedaron bajo las aguas de la presa José Torán y que eran conocidos
como “La Fundición”. En el Archivo Municipal de La Puebla se conserva un
proyecto de ferrocarril minero del año 1891, con el que se pretendía dar salida
a dicho mineral y que unía dicha mina con la localidad de Peñaflor, El Galayo y
extensiones (El Galayo Viejo, donde se reconoce una escombrera importante y en
la denominada El Galayo Nuevo en la que trabajó una compañía francesa cuyas
labores profundizaron hasta 100
metros ). Dicho proyecto contaba con un segundo ramal de
ferrocarril el cual se dirigía a la mina La Reserva (situada en el cerro
San Cristóbal o cerro Santo). Siendo aprobado el proyecto por el Senado en
sesión del día 1 de junio de 1892, pero no se llevó a cabo. La mina siguió
funcionando hasta su cese en los años veinte del pasado siglo.
Cuando llegamos al puente sobre el arroyo de la Aliseda
(Lisea, como es conocido en estos lares), Juan José prosigue su información en
torno a unos antiguos molinos harineros:
- Son cuatro en total (uno en el de la Dehesilla y tres en el de
Aliseda, no podemos descartar la existencia de alguno más ya que hemos podido
ver alguna piedra de molino suelta en la parte alta de uno de los cauces).
Alguno de los molinos podrían haber sido construidos a lo largo del siglo XV.
De ellos se conservan restos de distinta importancia, uno de ellos ha sido
acondicionado como vivienda, conservando parte de sus antiguas dependencias en
la misma.
Vista panorámica de La Puebla y el cerro Santo (San Cristóbal) desde la Mesa de Sancha |
A partir de aquí tomamos la
dirección Mesa de Sancha, un espacio, junto con otros aledaños, poco explorado
y conocido. Sobre él nos explica J.J.
Toribio:
- La Mesa de Sancha , como es conocida, está situada al noroeste de la
localidad de La Puebla de los Infantes, a una distancia de unos 8 kilómetros de la
misma y con una altitud sobre el nivel del mar de 377 metros , esto hace de
ella uno de los cerros de más altura del territorio que la circunda e incluso
del propio término municipal de La Puebla. Esta privilegiada posición que
posee, hizo que se convirtiera ya desde muy antiguo en atalaya controladora de
esta antigua zona de paso o camino natural, que desde el valle del Guadalquivir
se adentraba hacia el interior de Sierra Morena, hasta llegar a las primeras
llanuras de la meseta extremeña. Recordaros que por aquí discurría el antiguo
camino que desde Córdoba a Badajoz nos describe Al-Idrisi o El Edrisi (también
conocido como El Árabe de Nubia), cartógrafo, geógrafo y viajero ceutí del
S.XII. Posteriormente a finales del siglo XVI Hernando Colón en su “Descripción
y cosmografía de España”, hace referencia a este camino. En el siglo XIX
destacar que la zona fue refugio del célebre bandolero apodado “El Jabato” y a
unos 400 metros
de la Mesa de Sancha en una de sus laderas y rodeada por el arroyo de Sancha,
se encuentra una sima conocida entre los puebleños como la “Cueva del Jabato”, la cual según la
leyenda transmitida oralmente en La Puebla, que este era el escondrijo del
célebre bandolero. Por aquí pasaron las tropas carlistas del General Gómez en
1836 y posteriormente en 1847 el reverendo y viajero romántico escocés, autor
de entre otras obras de “La Lonja de Sevilla”, Robert Dundas Murria, que en su
libro titulado “Ciudades y campos de Andalucía” nos describe el camino y esta
zona, que desde antiguo fue refugio de malhechores y bandoleros, dando lugar a
un dicho local “Para robar, las Callejuelas”. Las Callejuelas es el nombre por
el que se conoce parte del terreno que rodea a la Mesa de Sancha.
Juan José Toribio (Der.) y Emilio Navarro (Izq.) en la puerta de la cueva de El Jabato, junto a un compañero de ruta |
Como no podía ser de otra
manera y movidos por la curiosidad terminaremos nuestra ruta en dicha cueva de
El Jabato, que nos describe Emilio Navarro:
-La cueva del bandolero “Jabato” es un atractivo lugar para iniciarse
en la espeleología. La amplitud de esta cavidad natural facilita su
conocimiento. El acceso se realiza por la entrada inferior ya que la cueva
posee una apertura superior que ilumina su interior, pero este orificio está a
gran altura. Esta fractura de la superficie de la tierra o diaclasa se abre en
el interior de la montaña creando un espacio amplio e iluminado de unos 60 metros de desarrollo.
La altura oscila desde unos 30
metros , hasta que al descender se va estrechando
progresivamente. Todo el espacio de la cueva es transitable con precaución y
buena iluminación. Sin embargo, en la visita constatamos la existencia de dos
galerías de difícil acceso; una en la parte superior y otra en la
inferior, que pueden tener más desarrollo y ampliar el trazado de la
cueva. Extraordinaria experiencia que pretendemos repetir otro día, con el
acompañamiento de Juan José Toribio y Emilio Navarro, a los que agradecemos su
colaboración para la elaboración del presente reportaje.