jueves, 12 de enero de 2017

Diario de una ruta arqueológica


La plaza Virgen de Las Huertas, lugar de reunión y partida

 Hemos quedado citado un grupo de amigos, amantes de la Historia y la Arqueología, un domingo soleado de diciembre, para realizar una ruta que nos lleve por diversos parajes de gran significado histórico en La Puebla de los Infantes. Y es que en nuestro término municipal, aparte otras rutas (senderistas, micológicas, gastronómicas , de caza, de pesca…) contamos con infinidad de yacimientos arqueológicos que nos hablan de periodos protohistóricos e históricos; o lo que es lo mismo, de habitantes del Neolítico, de tartesios y turdetanos, de cultura romana, visigoda, musulmana… y restos de gran valor antropológico, como pueden ser vías pecuarias, minas, cuevas, molinos hidráulicos, fuentes, abrevaderos, pozos artesanales, caleras…Y ello, sin olvidarnos de la gran riqueza patrimonial del casco histórico de la localidad en torno al gótico-mudéjar (siglos XIV-XVI) sobre todo.
    Nuestro lugar de partida, que es el de casi todas las rutas que se realizan en el pueblo, no es otro que la plaza Virgen de las Huertas, en la encrucijada de carreteras que se dirigen a todas las direcciones. Y vamos a contar con el amplio conocimiento con que cuentan de  los diferentes periodos de la historia, así como  de arqueología, los investigadores Emilio J. Navarro Martínez, de Palma del Río y el puebleño Juan José Toribio García, con el denominador común de ambos de sus múltiples publicaciones sobre temas históricos.
    Hemos querido estructurar nuestra ruta en dos etapas: una primera más recreativa y de disfrute de lugares conocidos por la mitad del grupo, compartiéndola con los que no los conocen y una segunda etapa de exploración de todo el grupo de un espacio lejano de interés y poco conocido.
    Tomamos un carril que unía desde antiguo  La Puebla con Constantina. Cuando llegamos a una cierta distancia, en un precioso paraje recorrido por un caudaloso arroyo tras unos días lluviosos, hacemos una parada y le pedimos  a Juan José Toribio que nos hable acerca de lo que le sugiere aquel espacio, y nos explica al respecto:
-  El arroyo de la Dehesilla atraviesa de norte a sur un pequeño valle, situado a unos 3.500 metros del casco urbano de La Puebla. Rodeado por pequeñas elevaciones y atravesado por la antigua cañada que desde La Puebla de los Infantes se dirige hacia Constantina conocida como “Camino Real a Constantina”. Su trazado discurre en las proximidades de importantes yacimientos arqueológicos y mineros. Dichos yacimientos nos hablan de las primeras ocupaciones del valle, las cuales se remontarían a la Prehistoria, más concretamente al Calcolítico (o Edad del Cobre), es decir al III mil. a. n. e. Todos los pueblos y civilizaciones que han poblado Andalucía a lo largo de los últimos 5000 años han dejado su huella más o menos importante en dicho valle, lo que lo convierte en una zona arqueológica muy importante para el estudio y conocimiento tanto a nivel local, comarcal y provincial.

Emilio Navarro y Juan José Toribio en plena explicación sobre uno de los espacios emblemáticos
 de la protohistoria puebleña

Nos adentramos ahora en una finca privada de dehesa para que Emilio Navarro nos hable de un santuario rupestre que él conoce bien en aquel lugar:
- El altar de sacrificios rupestre del santuario celtíbero de la Dehesilla constituye un interesante ejemplo de espacio religioso de la protohistoria. La aparición en las cercanías de una estela menhir nos señala este entorno como lugar sagrado desde la prehistoria. Este altar de sacrificios esta tallado en un afloramiento rocoso orientado al Este geográfico. La elección de este afloramiento no era casual pues desde su cima se contempla el amanecer con la carga simbólica que este acontecimiento  astral tiene para todas las religiones. Especialmente interesante resulta comprobar que en la aurora del solsticio de verano el vértice de esta roca es bañado por los primeros rayos de sol del día más largo.
La piedra natural con forma piramidal fue labrada intencionadamente en la protohistoria para crear una escalera ritual que asciende a la cumbre y que consta de cinco peldaños. Además posee tres plataformas donde serían expuestas las ofrendas a las divinidades. Los sacrificios podían ser de diversa clase, desde ofrendas vegetales hasta sacrificios de animales para los que existe un pequeño caño para drenar la sangre. Sólo excepcionalmente o en tiempos convulsos, los pueblos prerromanos realizaban sacrificios humanos.
Autores como Estrabón escribieron sobre las costumbres religiosas de los Celtici ( Célticos ) que habitaban el suroeste de la Península en la llamada Beturia Céltica ( Norte de Huelva, Sevilla, Córdoba, Badajoz y el Algarve ).
Proseguimos nuestra marcha y pasamos muy cerca de la mina del Galayo sobre la que Juan José nos informa de lo que sigue:
-La mina del Galayo es una mina situada entre los cauces de los arroyos Dehesilla y Aliseda( que desembocan en el embalse José Torán) explotada desde muy antiguo. El mineral que se extraía de la mina era plomo argentífero. En la primera mitad del siglo XIX era una de las minas más importantes que existían en España ya que conocemos algunos datos de su rendimiento por la prensa de la época y nos dice: “que salía una galena acerada tan rica, que algunas veces daba treinta y dos onzas de plata por quintal de mineral, pero hacía tal cantidad de agua que necesitaba cuatro caballos de vapor, obrando continuamente para extraerla”.  Dicha importancia queda patente igualmente en los restos constructivos conservados en sus inmediaciones y otros que quedaron bajo las aguas de la presa José Torán y que eran conocidos como “La Fundición”. En el Archivo Municipal de La Puebla se conserva un proyecto de ferrocarril minero del año 1891, con el que se pretendía dar salida a dicho mineral y que unía dicha mina con la localidad de Peñaflor, El Galayo y extensiones (El Galayo Viejo, donde se reconoce una escombrera importante y en la denominada El Galayo Nuevo en la que trabajó una compañía francesa cuyas labores profundizaron hasta 100 metros). Dicho proyecto contaba con un segundo ramal de ferrocarril el cual se dirigía a la mina La Reserva (situada en el cerro San Cristóbal o cerro Santo). Siendo aprobado el proyecto por el Senado en sesión del día 1 de junio de 1892, pero no se llevó a cabo. La mina siguió funcionando hasta su cese en los años veinte del pasado siglo.
Cuando llegamos al puente sobre el arroyo de la Aliseda (Lisea, como es conocido en estos lares), Juan José prosigue su información en torno a unos antiguos molinos harineros:
- Son cuatro en total (uno en el de la Dehesilla y tres en el de Aliseda, no podemos descartar la existencia de alguno más ya que hemos podido ver alguna piedra de molino suelta en la parte alta de uno de los cauces). Alguno de los molinos podrían haber sido construidos a lo largo del siglo XV. De ellos se conservan restos de distinta importancia, uno de ellos ha sido acondicionado como vivienda, conservando parte de sus antiguas dependencias en la misma.


Vista panorámica de La Puebla y el cerro Santo (San Cristóbal) desde la Mesa de Sancha

A partir de aquí tomamos la dirección Mesa de Sancha, un espacio, junto con otros aledaños, poco explorado y conocido. Sobre él  nos explica J.J. Toribio:
- La Mesa de Sancha , como es conocida, está situada al noroeste de la localidad de La Puebla de los Infantes, a una distancia de unos 8 kilómetros de la misma y con una altitud sobre el nivel del mar de 377 metros, esto hace de ella uno de los cerros de más altura del territorio que la circunda e incluso del propio término municipal de La Puebla. Esta privilegiada posición que posee, hizo que se convirtiera ya desde muy antiguo en atalaya controladora de esta antigua zona de paso o camino natural, que desde el valle del Guadalquivir se adentraba hacia el interior de Sierra Morena, hasta llegar a las primeras llanuras de la meseta extremeña. Recordaros que por aquí discurría el antiguo camino que desde Córdoba a Badajoz nos describe Al-Idrisi o El Edrisi (también conocido como El Árabe de Nubia), cartógrafo, geógrafo y viajero ceutí del S.XII. Posteriormente a finales del siglo XVI Hernando Colón en su “Descripción y cosmografía de España”, hace referencia a este camino. En el siglo XIX destacar que la zona fue refugio del célebre bandolero apodado “El Jabato” y a unos 400 metros de la Mesa de Sancha en una de sus laderas y rodeada por el arroyo de Sancha, se encuentra una sima conocida entre los puebleños  como la “Cueva del Jabato”, la cual según la leyenda transmitida oralmente en La Puebla, que este era el escondrijo del célebre bandolero. Por aquí pasaron las tropas carlistas del General Gómez en 1836 y posteriormente en 1847 el reverendo y viajero romántico escocés, autor de entre otras obras de “La Lonja de Sevilla”, Robert Dundas Murria, que en su libro titulado “Ciudades y campos de Andalucía” nos describe el camino y esta zona, que desde antiguo fue refugio de malhechores y bandoleros, dando lugar a un dicho local “Para robar, las Callejuelas”. Las Callejuelas es el nombre por el que se conoce parte del terreno que rodea a la Mesa de Sancha. 


Juan José Toribio (Der.) y Emilio Navarro (Izq.) en la puerta de la cueva de El Jabato,
 junto a un compañero de ruta

Como no podía ser de otra manera y movidos por la curiosidad terminaremos nuestra ruta en dicha cueva de El Jabato, que nos describe Emilio Navarro:
-La cueva del bandolero “Jabato” es un atractivo lugar para iniciarse en la espeleología. La amplitud de esta cavidad natural facilita su conocimiento. El acceso se realiza por la entrada inferior ya que la cueva posee una apertura superior que ilumina su interior, pero este orificio está a gran altura. Esta fractura de la superficie de la tierra o diaclasa se abre en el interior de la montaña creando un espacio amplio e iluminado de unos 60 metros de desarrollo. La altura oscila desde unos 30 metros, hasta que al descender se va estrechando progresivamente. Todo el espacio de la cueva es transitable con precaución y buena iluminación. Sin embargo, en la visita constatamos la existencia de dos galerías de difícil acceso; una en la parte superior  y otra en la  inferior, que pueden tener más desarrollo y ampliar el trazado de la cueva. Extraordinaria experiencia que pretendemos repetir otro día, con el acompañamiento de Juan José Toribio y Emilio Navarro, a los que agradecemos su colaboración para la elaboración del presente reportaje.