No sabemos a ciencia cierta el origen del
dulce tradicional, el de toda la vida, con el que nuestras madres y abuelas nos
sorprendían, sobre todo en pueblos como
el nuestro, en Navidad, en Semana Santa y en acontecimientos festivos
familiares. Podríamos establecer como origen probable nuestro periodo andalusí
en que se retomó la cultura del aceite y se prodigó la fritura del pescado, de
la masa de harina, como nuestra famosa sopaipa de Las Candelas, y algunos de
los dulces de los que hoy trataremos, dada nuestra riqueza aceitera del olivar,
a diferencia de la cultura castellana de lo cocido y lo asado. Lo cierto es que
tiene mérito que se haya mantenido en el tiempo, de generación en generación,
esta cultura repostera, toda una seña de identidad en algunos lugares, como es
el caso de La Puebla
de los Infantes. Y todo ello gracias a personas como las que hemos ido a
visitar en las vísperas del primer domingo de Junio, día de la Romería , a sabiendas de
que seguramente estarían preparando dulces para sorprender a familiares,
vecinos y amigos en este día tan señalado en que hay que llevar de todo. Se
trata de tres mujeres a las que se les
identifica en este quehacer porque consiguen exquisiteces con todas las
variedades de dulces tradicionales, por su autenticidad, su arte y su afición;
si bien hay en el pueblo muchas otras mujeres, sobre todo de su edad
aproximada, ya abuelas, que también son capaces de conseguir exquisiteces de
esta índole, pero de una variedad concreta, la que gusta en la familia, y la elaboran
una y otra vez a lo largo del año. Por el orden en que hemos hablado con las
tres mujeres representativas, se trata de Carmen Santana Asenjo, Carmen
Algarrada Padilla y Mercedes Molina Fernández.
Carmen Santana friendo flores tradicionales entre las variedades de buenos dulces que consigue |
A las tres les hemos dirigido
unas preguntas obligadas de entrada acerca de quién le enseñó o cómo aprendió
este arte culinario, qué dulces consideran los más antiguos y auténticos y cual
creen que es el más representativo de La Puebla.
A Carmen Santana le enseñó siendo
pequeña su tía Ángeles Asenjo y le fue fácil aprender porque le gustaba
observarla en todos los detalles. A Carmen Algarrada, su tía Gertrudis Padilla,
también de pequeña; y a Mercedes, los pestiños se los enseñó Anita Gutiérrez
Santana y los demás dulces la madre de una tía suya y su suegra. Las tres
coinciden en que los dulces más antiguos y auténticos son los pestiños, las
flores y las tortas de manteca; y el más representativo de La Puebla de los Infantes, el
pestiño de miel de buen tamaño. Para estos conservan las antiguas maderas con
las que conseguir las genuinas rayitas. También los hacen con azúcar.
Carmen Algarrada en plena faena de los brazos de gitano, entre otros dulces, cuando la visitamos |
Las tres elaboran toda clase de dulces
tradicionales,“lo tradicional de sartén”: pestiños, gañotes, roscos y flores. Y
también obtienen riquísimos brazos de gitano, tortas de manteca, empanadillas
rellenas de cidra de la huerta puebleña, las torrijas de leche o vino con pan
antiguo sin corteza e incluso las muy antiguas tartas de bizcocho.
A la pregunta de qué dulces
terminan elaborando con más satisfacción, las tres coinciden en el pestiño,
sobre todo en Navidad, por lo entrañable de estas fiestas, si bien en La Puebla se suelen consumir
casi todo el año en cualquier celebración. También se consumen prácticamente
todo el año las flores, roscos, gañotes y brazos de gitano.
Constatamos que últimamente se
prodigan poco las tortas de manteca. Lo justifican por lo laboriosas que son y
por necesitarse un buen horno, que hasta ahora se suplía recurriendo a los de las panaderías.
Les pregunto que por qué este
dulce tradicional es tan especial y gusta tanto. Se lo atribuyen a la buena
materia prima que ellas procuran para sus dulces, por ejemplo el magnífico
aceite de oliva virgen extra que disfrutamos en La Puebla de los Infantes o la
miel tan natural que se consigue en nuestras sierras, los huevos, el cariño que
se le pone elaborándolo todo a mano, y muchas veces hasta teniéndose en cuenta
el gusto del que lo va a consumir…También coincidimos en que al evitarse
elementos químicos, aceites hidrogenados, etc… siempre serán mucho más
saludables que los industriales.
Mercedes Molina en su cocina en la que a veces dedica muchas horas a sus dulces tradicionales |
Abordamos finalmente la
continuidad de esta artesanía del dulce tradicional. Llegados a este punto, a
las tres les preocupa el tema, si bien creen que estos dulces se seguirán
haciendo en el pueblo de una u otra forma; de hecho hay personas que para
perfeccionar la elaboración se acercan a sus casas a pedirles consejos y ellas
muy gustosas no solo los dan, sino a veces hasta sus recetas. Pero constatan
que los/as jóvenes no están mucho por
aprender las recetas y técnicas, si acaso las acompañan observando lo que hacen y poco más. Carmen
Algarrada reconoce que tiene un buen ayudante en su marido, Pedro; y Mercedes,
en su hijo Antonio.
Damos fe que estas mujeres tienen
arte en lo que hacen y nos agradan la vida con los productos que salen de sus
manos expertas, pues de alguna manera los hemos probado los de las tres.
Debemos procurar que algo tan auténtico no se llegue a perder, hagamos votos
por ello.
Nuestro agradecimiento a las dos Carmen y a Mercedes por su colaboración
en el reportaje y nuestro reconocimiento por ser piezas imprescindibles de la
cadena que ha hecho posible que este bien cultural se haya transmitido de
generación en generación.