lunes, 17 de julio de 2017

Corcheros

Cada año en cualquiera de los meses estivales podemos avistar en dehesas y zonas boscosas el color ocre rojizo de los troncos del alcornoque (quercus suber), resultado de la saca del corcho, de la extracción de su corteza, actividad necesaria para el árbol en ciclos de 9 a 12 años y actividad económica al fin y al cabo pues estamos refiriéndonos a un producto resultante completamente natural con múltiples cualidades y funciones, siendo España, tras Portugal, el segundo país productor del mundo (entre el 25% y el 30%) y Andalucía la que produce el 50% de la producción nacional.                                                                                                            Podríamos referir aquí muchos otros aspectos en torno al corcho: origen de la actividad, elaboración y tratamientos, industria, países a los que se exporta…; pero nos llama más la atención que todo eso el trabajo manual y especializado de los corcheros o peladores, como los llaman en algunos lugares por la “pela del alcornoque”, que  extraen su corteza cortando con un hacha y uniendo las grietas verticales. Esto que parece tan simple no solo no lo es, sino que ha conllevado a lo largo de siglos una especialización entre los hombres del campo de los pueblos serranos, un trabajo arduo dada la fecha en que hay que realizarlo y sus dificultades, teniendo que soportar emigraciones temporales hacia otros territorios y noches al raso. En fin, se necesitan hombres avezados, con habilidad manejando el hacha, entre los que aun quedan en La Puebla de los Infantes un nutrido grupo, que en esta fecha se esparcen en cuadrillas por Sierra Morena, Sierra de Aracena, Sierra de las Nieves,  Parque de los Alcornocales… llegando algunos hasta Gerona o la isla de Córcega.                                                                                                           Para tratar sobre estos temas nos hemos reunido hoy con dos corcheros puebleños, el primero Manuel Canto Rey, ya jubilado, de la generación de maestros de los que hoy trabajan en la saca del corcho. Y con Antonio Carmona León, enseñado por Manuel, hoy en activo, que nos explicarán acerca de su experiencia en esta materia.   


Antigua cuadrilla de corcheros puebleños (Manuel Canto, el 2º por la derecha)


Hola, Manuel, estás disfrutando de tu jubilación desde hace años, pero nos consta que has sido un corchero de los punteros.¿Cómo recuerdas esta etapa de tu vida ?                                                                Este ha sido el trabajo en el que más tiempo he permanecido, pues he estado en él 40 años de mi vida. Empecé a los 16 años de novicio y me sacó Antonio Torres Llamas. Salí de corchero en la finca La Mocheta que está en la carretera de Málaga. Y ya con esa edad empecé a probar lo que suponía este trabajo de entonces, mientras duraba la saca, como era dormir bajo los alcornoques y la comida siempre igual: papas fritas por las mañanas, cocido al mediodía y gazpacho con algo de queso y fiambre para la cena.                                        

¿ Cómo funcionaba una cuadrilla de corcheros en tus tiempos? ¿Se requería una edad determinada? ¿De cuántas personas se componía aproximadamente?                                                                                   Una cuadrilla de corcheros tenía un manijero al cargo del trabajo. Éramos unas 25 personas aproximadamente entre los que estábamos 7 u 8 colleras de sacaores, los juntaores, el ranchero, ayudado a veces por algún chiquillo, los arrieros, los de las pilas de corcho…El trabajo se concentraba de 25 a 40 días entre los meses de junio y julio. Entonces no se miraba tanto la edad, como que apuntara maneras usando el hacha.                                                    ¿Cómo era la preparación y  el desarrollo de la actividad?                            Los manijeros te avisaban con tiempo y te informaban de los lugares en los que íbamos a trabajar y tú lo que tenías que tener es tus hachas bien afiladas y preparadas cuando se fuera a echar mano. Y al llegar a la dehesa preparábamos el lugar para el rancho y para dormir, rellenábamos los colchones con farfollas…en fin,  el trabajo estaba perfectamente organizado de una vez para otra: cada uno sabía lo que tenía que hacer, quién llevabas de collera                             ¿El trabajo, el tener que pernoctar durante un tiempo por las dehesas...os compensaba? ¿Se valoraba lo que hacíais?                            El trabajo de entonces en general no estaba tan reconocido como el de hoy. Un detalle en este trabajo es que no se proporcionaban ni siquiera  escaleras para subirte a la cruz del alcornoque, sino que ibas escalonando el corcho  y gateabas para subir o te ayudabas de las hachas; pero, al igual que ahora, el trabajo de la saca del corcho estaba mejor pagado que otros trabajos del campo, incluso mejor que la tala de la dehesa que era parecido, porque creo yo que se tenía en cuenta el peligro que conllevaba, la habilidad con el hacha para no herir los palos y la presión de que cada alcornoque tenía su tiempo y no te podías dormir en él.                                                                                                                                                                                                                    ¿Recuerdas alguna anécdota interesante que tengas grabada en tu memoria en tu tiempo de la saca del corcho ?                                                Recuerdo que tanto tiempo trabajando con los mismos compañeros y comiendo como quien dice en el mismo plato y ayudándonos entre nosotros, terminábamos siendo muy buenos amigos. Recuerdo también que mi cuadrilla trabajó sobre todo en fincas del pueblo y otras no tan lejanas como  Trassierra en Córdoba o La Mocheta que mencioné antes. ( Llegados a este punto, Manuel nos ofrece la magnífica foto antigua de una cuadrilla de corcheros de La Puebla en la que además de él estaban su padre y su hermano y que hemos insertado más arriba).   

Antonio (Izq.)en plena faena ayudado por un compañero novicio            


Hola Antonio, una pregunta obligada es que por qué llegaste a este trabajo. Explícanos cómo fueron tus comienzos.                               
 Recuerdo que fue mi tío Marcelino quien, siendo manijero, me animó a él. Salí de corchero a los 25 años y me sacó de novicio Manuel Canto. Recuerdo que mi primera campaña fue en la finca La Urraca de aquí del pueblo. Y a partir de entonces no he parado ningún año hasta hoy.

  Llegando la época del corcho, está claro que los manijeros se acuerdan de personas como tú ¿Qué se exige hoy para desarrollar la saca del corcho?                                                                                           Se requiere conocer bien el oficio con buen manejo del hacha, que se formen buenas colleras que saquen el trabajo adelante y bien aunque,como antes, se entremeta algún novicio. Los manijeros y encargados de las fincas no quieren que se hieran los palos o que se dejen zapatas en el pie del tronco o bigotes arriba, debiéndose dejar bien redondo el cuello.                                                                                                                                                             ¿Qué diferencias encuentras entre los tiempos de Manuel y los tuyos?      Partiendo de la base de que el alcornoque se ha sacado y se saca todos los años igual, sí es verdad que hoy llevamos escaleras manejables de aluminio. Hoy no se queda casi nadie a pernoctar en los campos por la capacidad de movimiento que se tiene con los coches. Y si te tienes que quedar alguna vez, se hace en lugares adaptados y en mejores condiciones.                                                                                                                      

Antonio trabajando en la cruz del alcornoque

 ¿Cómo valoras el trabajo en si con relación a otros trabajos agrícolas o forestales? Sus ventajas, sus inconvenientes...                                                      Este es un trabajo duro porque, como se ha dicho antes, aparte el calor y el esfuerzo físico, la habilidad con el hacha…, está la presión de que al final de la jornada hay que llenar el camión y que junto con tu collera tienes que sacar cada día un número determinado de quintales. Aunque a veces se hace llevadero, porque cuando el palo está bueno y se da bien , que abra y cruja y que tenga buen calibre, trabajas menos y te luce más. Es un trabajo bonito, a mí me gusta mucho, porque aparte tus propios beneficios del sueldo, te esmeras porque sabes que le estás produciendo un beneficio a un árbol y a la Naturaleza.                                                                                                                                                                                                                  ¿Estáis trabajando todos los años consecutivamente o tenéis que parar algún verano por los ciclos del alcornoque?                                         Todos los años se saca corcho en una finca o en otra. Sí es verdad que los años del 2012 al 2015  con la crisis y la bajada del precio del corcho se notaron en el trabajo. Por mi parte estoy trabajando en diferentes lugares de Sierra Morena, ahora estoy en el término de Las Navas de la Concepción. Y he estado en otras campañas en la Sierra de las Nieves, en Málaga, en San Roque (Cádiz)…


Miguel Zalamea y su cuadrilla trabajan en julio en la isla de Córcega


Gracias a Manuel Canto y a Antonio Carmona por su colaboración en la confección de este reportaje que nos ha servido para captar valores antropológicos, sociales, laborales y de conexión con la Naturaleza que conlleva el trabajo de los corcheros.