domingo, 17 de marzo de 2019

Entrada número 100: Un pueblo encantador


























Llegados a la entrada número 100 de este blog procedía que esta fuera especial. Había pensado que fuera como un resumen o recapitulación de todo lo anterior. Mientras andaba en estas cavilaciones he tenido la suerte de que me visitaran las musas y surgiera el poema que publico en primicia a continuación y que se titula como la entrada. Espero haber puesto en valor en él los principales signos de identidad de La Puebla de los Infantes para que pueda ser considerado como lo proclama este blog y quien lo gestiona, como

                                       UN PUEBLO ENCANTADOR

Un Santo  lo protege, y, con montera,
le regala ansiadas lluvias otoñales.
El agua, en todas sus  sinfonías y variedades:
fuentes, manantiales, riachuelos, embalses,
acueductos, norias, pozos, acequias,
 pilares, pilones y pilas monumentales.
En arroyos serranos, verdes y doradas choperas.
Radiales caminos que serpentean entre dehesas y olivares.
Bellos horizontes crepusculares.
La mayoría de las noches, cielos limpios y estrellados.
Profunda historia de los que vinieron para quedarse
y de los que se marcharon sin retorno.
De ambos, innumerables recuerdos
en la memoria y en importantes monumentos.
Ganchal de caleros.
Praíllo de juegos.
Desanche y Llanillo de encuentros.
Paseo de Mesones.
Histórica plaza del Ayuntamiento.
Vigilante castillo.
Honda e insondable Meína.
Acogedores sardineles.
Tradiciones festeras y  semanasanteras
entre las que triunfan las patronales
de la Virgen de las Huertas
y de sopaipas no menos acogedoras,
en la no menos popular y variopinta de Las Candelas.
Jolgorio en romería y en atrevidos carnavales.
Tradición también en la briega del ganado,
en la siembra y los preciados olivares.
Pequeñas propiedades que encuentran su acomodo
en un pequeño mundo a veces acotado,
y apuestas en ellas por un turismo rural acrecentado.
Mujeres decididas, constantes, resolutivas.
Hombres bonachones y tolerantes.
Como buenos andaluces, todos ellos y ellas, nobles,
con capacidad de adaptación y de aguante.
Estas y algunas notas más
conforman la villa y sus habitantes
que a muchos propios gustan llamar “El Pueblo”
por su  identidad y personalidad palpables.
Se trata de un pueblo con encanto y bello.
Se trata de  La Puebla de los Infantes.




















































viernes, 8 de marzo de 2019

Paisajes de agua (III): Los característicos pozos embovedados de La Puebla de los Infantes


Pozo embovedado con abrevadero aparte en el olivar de José Santana González

 Tras el Molino de Sofío y la Presa y embalse
 José Torán, les toca el turno a estos pozos tan característicos que tenemos en toda la geografía de nuestro término municipal en los que hubo asentamientos humanos, en las también típicas casillas, sobre todo a partir del siglo XVIII con el auge de la agricultura. Son muchos, la mayoría en buen estado y con agua en su seno, otros dado su total abandono han comenzado a estar en ruinas.

Pozo-abrevadero en el  Pago de la Marquesa (Familia Gutiérrez- Villanueva)












Detalle del entibado del pozo anterior


Pozo del entorno del Ganchal en parcela de la familia Gutérrez- Villanueva




          Detalle de la cúpula del pozo anterior


Debemos tomar conciencia de su mantenimiento, ya que forman parte del Patrimonio Local y dado su gran interés: histórico, antropológico, social,cultural, turístico… para conservárselos a las generaciones futuras.




        Pozo-abrevadero  en El  Timonar de la familia de José Manuel Santana que recientemente le han realizado obras de mantenimiento.


Con ellos queremos reconocer y homenajear a nuestros antiguos poceros, y por extensión a los trabajadores de la piedra y a los alarifes y albañiles que nos han precedido, en el duro quehacer de modelarla: extraerla de las entrañas de la  tierra, emplearlas en la construcción de edificios, en la fabricación de la cal,  los entibados de minas y  de estos pozos que tratamos, la construcción de paredes o muros de piedras secas de los campos, por cierto ya considerados recientemente  Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


                         Pozo - abrevadero junto al arroyo de La Dehesilla   
      Como digo, a la construcción de estos pozos se llega tras un largo recorrido del manejo de las piedras y su significado en el pueblo:
·       La antigua tradición de las canterías (La Cantera, La Canteruela…)
·       La extracción de piedras calizas para la fabricación de cal.
·       El Ganchal, lugar emblemático en tanto que auténtica escuela de caleros, único en toda la comarca.
·       Familias especializadas en el arte de la fabricación de muros o paredes de piedra seca.
·       Y a  todo lo anterior, podríamos añadir la larga tradición de la minería en diversos puntos del término municipal de La Puebla ( por aquello de los entibados tan perfectos de estos pozos) .Y qué decir del  arte de la albañilería que tanto se ha prodigado también, que nos viene de muy lejos en el tiempo, y que se ha ido demostrando en todo el patrimonio histórico del pueblo, en el que destacamos aquí y ahora los pozos embovedados, dispersos por terrenos de labranza y olivares sobre todo. Por lo que en estos pozos que tratamos no solo admiramos sus entibados perfectos de piedra  sino sus  bóvedas semiesféricas o cúpulas, algunas de ellas también perfectas,  para proteger el agua que había que preservar como bien apreciado para  el abastecimiento humano y que se compartía con animales en abrevaderos, algunos de estos consistentes en el vaciado de una sola piedra o sillar. En el mismo sentido podríamos referirnos también a los acueductos, norias, acequias, albercas... que todavía por suerte y en parte disfrutamos.
Pared de piedra seca en El Toril. Al fondo, La Puebla


Última calera de El Ganchal de Juan Antonio Saravia