jueves, 4 de junio de 2015

El lavadero público Las Pilas, ejemplar único en la provincia de Sevilla

  Sí, efectivamente, de ejemplar único en la provincia de Sevilla, lo califica una autoridad en la materia como lo es D. Pedro A. Cantero, antropólogo, profesor de la Universidad de Sevilla,  en su obra “Arquitectura del agua”, al más importante monumento de aguas con que cuenta la localidad de La Puebla de los Infantes. Nos estamos refiriendo a Las Pilas, que es como aquí se les conoce,  a los lavaderos públicos de la Avda. de Andalucía, cuya construcción data  de 1863, si bien Pascual Madoz en su famoso “ Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” (Madrid, 1845-1850) ya había hecho referencia en este lugar “al fin de la calle principal en dirección al camino de La Palma”( se refiere a Palma del Río), a una importante fuente con cuatro caños, con múltiples usos entre los que estaría obviamente el del lavado de la ropa.

¿ Por qué Las Pilas de 1863 son el monumento de aguas más importante de La Puebla y por qué es un ejemplar único en la provincia?
Espacio semiabierto. La marquesina de forja,  y al fondo, el pilón con uno de los caños originales  y un cántaro de la antigua alfarería “El Tejar”

Para  el profesor Cantero y para las personas con sensibilidad y buen gusto está claro que se debe a su factura, a su estado de conservación y por ende, a su belleza. La persona que proyectó la obra en su conjunto concentró en una pequeña superficie, con sentido práctico, armonioso y estético dos espacios diferentes, pero complementarios al mismo tiempo, al disponerse para ellos de la misma agua, que según la tradición procede de La Meína, barrio más alto de resonancias ancestrales puebleñas donde las haya; nos estamos refiriendo a un espacio semiabierto y mixto y a un espacio semicerrado y exclusivamente femenino. El primero es el armonioso rincón o plazuela que conforman  la antigua fuente, el pilón con cuatro caños formando ángulo con una hermosa casa, hoy vivienda particular, que fue antigua fonda y más tarde bar y escuela pública, que aún conserva lo que debió ser una coqueta  marquesina de forja para sombra que “cobijó a muchos clientes, que además de consumir debían admirar el espectáculo de las aguadoras; pocos espacios parecen tan ricos en vida social como lo que este debió ser, verdadero cruce de géneros y edades, de expectativas y situaciones, de esfuerzo y goce; en un territorio público que la sociedad antigua compartimentaba”.Este espacio se abre a la antigua calle del Matadero, hoy Avda. de Andalucía,


                                 

Espacio semicerrado de 30 pilas en forma de jota invertida. Al fondo, el pozo “El Ladrón”


y quedaba separado del otro, por un muro 
limítrofe y distribuidor del agua para ambos espacios, o mejor dicho, que recoge para los lavaderos la sobrante del pilón.

El segundo espacio semicerrado y exclusivamente femenino es el comprendido por 30 pilas organizadas con primor y prestancia en forma de jota invertida en un espacio de tan solo sesenta metros cuadrados pero que  favorecía la movilidad entre las lavanderas, que desde muy temprano debían acudir a este lugar a ocupar su lavadero, provistas de su instrumental: canasto de varetas o de mimbre para transportar la ropa, lavadero para refregarla, jabón casero, ruillas para taponar las pilas, clarillas, añil…;cuando no permanecer allí hasta altas horas de la noche tras una larga jornada de trabajo.
Detalle. Instrumental de las lavanderas: canasto de varetas, lavadero de madera, ropa y jabón casero

La entrada a este espacio se hace por una escalinata, ya que los lavaderos se encuentran en un piso inferior al de la calle, desde la que se pude tener una visión completa de la actividad que en ellos se realice ;en la actualidad ya sólo teatrillos de simulación de la actividad ancestral del lavado público, la grabación de reportajes de televisión o la conversación de distintas generaciones  sobre dicha actividad.

“Las pilas estaban esculpidas y articuladas en el justo equilibrio de lo funcional y lo estético, lo que permitía el mejor gesto, la holgura del cuerpo y la perfecta circulación del agua; sus formas elegantes hablan por si solas del buen gusto de quien proyectó la obra”. Aparte la distribución ingeniosa, lo funcional y lo estético del diseño de las pilas, a que se refiere el Prof. Cantero, nos llama la atención también el material empleado, “auténtico”, como diríamos hoy aquí: el ladrillo taco para la construcción, procedente de las alfarerías que existían entonces en La Puebla, y para el pavimento, el chino de los arroyos. Parece ser que este espacio tuvo también su claraboya, puesto que el lavado de la ropa no cesaba por que el tiempo estuviera de lluvia; pero que tras su deterioro se desmontaría.

Para disfrutar de los recuerdos y resonancias de este lugar de  trabajo casi a diario, y encuentro de mujeres,  basta conversar con algunas de las que frecuentaron aquel lugar durante décadas, que felizmente aún viven. Seguro que nos deleitarán recordando el día a día de aquella actividad: las discusiones  frecuentes, el verbo fácil, irónico y picarón, cuando no sarcástico…de ahí que los hombres no se atrevieran ni a asomarse siquiera al recinto de los lavaderos. O el pozo en el extremo opuesto a la entrada, al que llamaban “el Ladrón”, que conducía las aguas sucias a la antigua huerta de José María, por el que “se escapaba a menudo alguna prenda y muchos juramentos”.

En fin, decir Las Pilas de La Puebla es referirnos a una construcción muy afortunada y original con una actividad incesante de gran resonancia para el pueblo. En su memoria aún quedan retratos de escenas y episodios que allí tenían lugar, que se plasmaban en las coplillas de las murgas de antes de la Dictadura, como las del poeta local Nazario Castaño, gran observador de la realidad puebleña, que plasmaría  en sus coplas  para el Carnaval de 1935 la siguiente instantánea de Las Pilas con el gracejo, la ironía y el buen humor que le caracterizaba:

Un día amaneció lloviendo
y  nos quedamos de huelga,
y nos dimos un paseo
por la calle Maestro Huelva.
               Y oímos decir: “¡ Calla, so pendón,
que ese lavadero lo he comprado yo!”
Y la otra contesta:
“Calla, so gran puta,
que tienes a tu marido
con catorce puntas”.
La otra contesta:
“So estiércol ¿te callas?
te tragas el cubo,
los calzones blancos
y hasta las toallas”




Bibliografía de referencia: ARQUITECTURA DEL AGUA FUENTES PÚBLICAS DE LA PROVINCIA DE SEVILLA, Pedro A. Cantero Martínez, Edit. Diputación de Sevilla Área de Cultura, 1995.

Fotografías: Antígona Márquez Pascual, marzo 2015