miércoles, 3 de junio de 2015

Presa y molino de Sofío

Panorámica desde el camino de acceso a la presa y molino de Sofío

      Por tratarse de la primera entrega de una serie de capítulos viajeros, senderistas y en fin, de disfrute turístico por La Puebla de los Infantes y sus alrededores diremos que no descubriremos nada nuevo si nos referimos al auge que va tomando el turismo en los últimos años en La Puebla, resultado de una apuesta de nuestro pueblo, abanderada por su Ayuntamiento, por esta actividad económico-social y cultural. Pero para que se lleguen a obtener resultados tienen que coincidir en perfecta armonía voluntades, trabajo  y recursos. Es obvio que en estos apuntes que iremos desgranando y compartiendo con los pueblos limítrofes de La Vega a través de VIVA, nos referiremos sobre todo a los recursos geográficos, históricos y antropológicos que se dan en gran manera en La Puebla de los Infantes, que ha gozado y goza de la situación privilegiada de  estar a caballo entre la Sierra y La Vega.

            Hoy nos referiremos a un enclave paisajístico y antropológico espectacular cual es la presa y el molino (hidráulico) del Agrimensor, conocido en estos lares como de Sofío. Se encuentra a unos 5 Kms del casco urbano, a través de un camino rural en perfectas condiciones de pavimento, salvo en el último tramo de pendiente hacia el río, un poco deteriorado por las aguas pluviales;  que parte de la prolongación de la C/ Cruz en dirección Nordeste para encontrarnos con el río Retortillo, afluente del Guadalquivir por la derecha, que sirve de límite entre las provincias de Sevilla por nuestro término, y Córdoba por el término de Hornachuelos.

            Nada más iniciar nuestra marcha, a pie o en cualquier clase de vehículo, vamos dejando el Valle del Infierno, a la derecha, y comenzamos a otear las primeras dehesas, en las que pace ganado vacuno y de cerda y que nos invitan a las primeras fotografías,  con tintes bucólicos. No encontraremos obstáculos, solo tendremos que empujar dos cancelas a lo largo del recorrido ( y dejarlas cerradas para que no se escape el ganado). Y, por fin, allá abajo, el Retortillo, entre un precioso bosque de ribera digno de pintarse en cualquier época del año, que tras el remanso de la Presa de Sofío discurre con aguas bravas, camino de otro remanso un poco más abajo: la presa de derivación  o de Malapiel. Antes de esta podremos disfrutar, si queremos asomarnos a él, a unos trescientos metros, del paraje de la desembocadura del arroyo del Infierno (toponimia que evoca la leyenda de nuestros antiguos monjes templarios, que referiremos en otra ocasión), en el que se solazaban generaciones de puebleños y puebleñas los días 8 de septiembre con motivo de la antigua romería de la Virgen de los Remedios en su ermita de El Collado.

            Resulta de lo más atractivo y agradable la visión en 180º desde el rellano circundante del molino y  las estancias de los molineros y sus animales, con la salvedad del estado ruinoso de las construcciones, resultado del paso del tiempo, la erosión y los actos vandálicos de las últimas décadas. En esta visión podemos incluir el vuelo majestuoso de buitres negros y leonados; igual ocurre al oído: los sonidos de los pájaros, del chapoteo del agua…y si se desea, hasta del silencio; y al olfato: aromas procedentes de pinos, eucaliptos, jara, romero, mastranto, espliego o cantueso…

           Podemos admirar allí las partes diferenciadas en torno al molino hidráulico harinero y de pienso para el ganado: la presa, el caz o cauce desde la presa hasta los pozos y las instalaciones de la molienda  o el  rodezno. O podemos realizar una recreación de cómo fue la vida en aquel lugar, hoy emblemático, del molinero Sofío Casado del Valle, y su familia, primero con su tío Vicente del Valle desde 1910, del que heredaría esta propiedad, y posteriormente, ya casado, con su mujer Encarnación García y sus cuatro hijos: Valeriana, Antonia, Sofía y Vicente. Este cogería el testigo de su padre a temprana edad cuando este  entró en el ocaso de sus días y  abandonaría la actividad en la década de los sesenta para ir a buscar mejor fortuna en Sevilla. Con una gran lucidez memorística nos regala todos los datos que le requiramos para dicha recreación:  el proceso de la molienda desde la limpieza del grano hasta la obtención del producto, el cobro de su trabajo con dinero o con maquila… y en la que es inevitable escucharle hablar de las peripecias durante las crecidas del riachuelo o las que tuvieron lugar como consecuencia del estricto control del molino durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra, para concluir que su molino quitó mucha hambre en el pueblo.

            Actualmente aquel paraje, tan familiar para los puebleños por las vivencias de los días de gira por San José, y en el referido de la antigua romería, en los días de pesca y baño, en la múltiples excursiones escolares…, debido al carácter acogedor de esta familia Casado-García, sigue siendo una propiedad privada, pero los herederos no ponen obstáculo alguno a una visita en la que todo quede tal como nos lo encontremos, lo cual es de agradecer.

            En fin, nos estamos refiriendo a un espacio ecológico de alto nivel por cuanto reúne todo cuanto se puede pedir a un paisaje serrano: sierra, flora y fauna mediterránea, ríos, cascadas, parajes atractivos…;de gran interés cultural y antropológico por cuanto los restos de vivienda y estancias, molino… tienen un potencial de recreación histórica que permiten reconstruir el modus vivendi de generaciones cercanas y lejanas.  Es un magnífico lugar desde el punto de vista recreativo y de salud: senderismo y marcha, lugar propicio para la relajación, la lectura y la reflexión, la hidroterapia… Al tratarse de un paisaje  típicamente mediterráneo en donde se pueden encontrar una vegetación  y fauna abundantes, diversas y de gran calidad,  biólogos y aficionados tienen a su alcance un magnifico laboratorio natural. Un lugar ideal también para que los estudiantes puedan aprender in situ lecciones de geología, biología, botánica y zoología.

Finalmente, gracias por su colaboración a Vicente Casado García, o Vicente Sofío, como aquí  conocemos  al último molinero.

Presa de Sofío

Molino de Sofío