Cada año en cualquiera de los
meses estivales podemos avistar en dehesas y zonas boscosas el color ocre
rojizo de los troncos del alcornoque (quercus
suber), resultado de la saca del corcho, de la extracción de su corteza,
actividad necesaria para el árbol en ciclos de 9 a 12 años y actividad
económica al fin y al cabo pues estamos refiriéndonos a un producto resultante
completamente natural con múltiples cualidades y funciones, siendo España, tras
Portugal, el segundo país productor del mundo (entre el 25% y el 30%) y
Andalucía la que produce el 50% de la producción nacional. Podríamos referir aquí muchos otros aspectos en torno al corcho: origen
de la actividad, elaboración y tratamientos, industria, países a los que se
exporta…; pero nos llama más la atención que todo eso el trabajo manual y
especializado de los corcheros o peladores, como los llaman en algunos lugares
por la “pela del alcornoque”, que extraen su corteza cortando con un hacha y uniendo
las grietas verticales. Esto que parece tan simple no solo no lo es, sino que
ha conllevado a lo largo de siglos una especialización entre los hombres del
campo de los pueblos serranos, un trabajo arduo dada la fecha en que hay que
realizarlo y sus dificultades, teniendo que soportar emigraciones temporales
hacia otros territorios y noches al raso. En fin, se necesitan hombres avezados,
con habilidad manejando el hacha, entre los que aun quedan en La Puebla de los
Infantes un nutrido grupo, que en esta fecha se esparcen en cuadrillas por
Sierra Morena, Sierra de Aracena, Sierra de las Nieves, Parque de los Alcornocales… llegando algunos
hasta Gerona o la isla de Córcega. Para tratar sobre estos temas nos hemos reunido hoy con dos corcheros
puebleños, el primero Manuel Canto Rey, ya jubilado, de la generación de
maestros de los que hoy trabajan en la saca del corcho. Y con Antonio Carmona
León, enseñado por Manuel, hoy en activo, que nos explicarán acerca de su
experiencia en esta materia.
Antigua cuadrilla de corcheros puebleños (Manuel Canto, el 2º por la derecha) |
Hola, Manuel, estás disfrutando de tu jubilación desde hace años, pero nos consta que has sido un corchero de los punteros.¿Cómo recuerdas esta etapa de tu vida ? Este ha sido el trabajo en el que más tiempo he permanecido, pues he estado en él 40 años de mi vida. Empecé a los 16 años de novicio y me sacó Antonio Torres Llamas. Salí de corchero en la finca La Mocheta que está en la carretera de Málaga. Y ya con esa edad empecé a probar lo que suponía este trabajo de entonces, mientras duraba la saca, como era dormir bajo los alcornoques y la comida siempre igual: papas fritas por las mañanas, cocido al mediodía y gazpacho con algo de queso y fiambre para la cena.
¿ Cómo funcionaba una cuadrilla de
corcheros en tus tiempos? ¿Se requería una edad determinada? ¿De cuántas
personas se componía aproximadamente? Una
cuadrilla de corcheros tenía un manijero al cargo del trabajo. Éramos unas 25
personas aproximadamente entre los que estábamos 7 u 8 colleras de sacaores, los juntaores, el ranchero, ayudado a veces por algún chiquillo, los
arrieros, los de las pilas de corcho…El trabajo se concentraba de 25 a 40 días entre los meses
de junio y julio. Entonces no se miraba tanto la edad, como que apuntara maneras usando el hacha. ¿Cómo era la
preparación y el desarrollo de la actividad? Los manijeros te avisaban con tiempo y te informaban de los lugares en
los que íbamos a trabajar y tú lo que tenías que tener es tus hachas bien
afiladas y preparadas cuando se fuera a echar mano. Y al llegar a la dehesa
preparábamos el lugar para el rancho y para dormir, rellenábamos los colchones
con farfollas…en fin, el trabajo estaba
perfectamente organizado de una vez para otra: cada uno sabía lo que tenía que
hacer, quién llevabas de collera ¿El trabajo, el tener que pernoctar durante un tiempo por las dehesas...os compensaba? ¿Se valoraba lo que hacíais? El trabajo de entonces en general no estaba tan
reconocido como el de hoy. Un detalle en este trabajo es que no se
proporcionaban ni siquiera escaleras
para subirte a la cruz del alcornoque, sino que ibas escalonando el corcho y gateabas para subir o te ayudabas de las
hachas; pero, al igual que ahora, el trabajo de la saca del corcho estaba mejor
pagado que otros trabajos del campo, incluso mejor que la tala de la dehesa que
era parecido, porque creo yo que se tenía en cuenta el peligro que conllevaba,
la habilidad con el hacha para no herir los palos y la presión de que cada
alcornoque tenía su tiempo y no te podías dormir en él. ¿Recuerdas alguna anécdota interesante
que tengas grabada en tu memoria en tu tiempo de la saca del corcho ? Recuerdo
que tanto tiempo trabajando con los mismos compañeros y comiendo como quien
dice en el mismo plato y ayudándonos entre nosotros, terminábamos siendo muy
buenos amigos. Recuerdo también que mi cuadrilla trabajó sobre todo en fincas
del pueblo y otras no tan lejanas como
Trassierra en Córdoba o La Mocheta que mencioné antes. ( Llegados a este punto, Manuel nos
ofrece la magnífica foto antigua de una cuadrilla de corcheros de La Puebla en
la que además de él estaban su padre y su hermano y que hemos insertado más arriba).
Antonio (Izq.)en plena faena ayudado por un compañero novicio |
Hola Antonio, una pregunta obligada es que por qué llegaste a
este trabajo. Explícanos cómo fueron tus comienzos. Recuerdo que fue mi tío Marcelino quien, siendo
manijero, me animó a él. Salí de corchero a los 25 años y me sacó de novicio
Manuel Canto. Recuerdo que mi primera campaña fue en la finca La Urraca de aquí
del pueblo. Y a partir de entonces no he parado ningún año hasta hoy.
Llegando la época del corcho, está claro que los manijeros se acuerdan de personas como tú ¿Qué se exige hoy para desarrollar la saca del corcho? Se requiere conocer bien el oficio con buen manejo del hacha, que se formen buenas colleras que saquen el trabajo adelante y bien aunque,como antes, se entremeta algún novicio. Los manijeros y encargados de las fincas no quieren que se hieran los palos o que se dejen zapatas en el pie del tronco o bigotes arriba, debiéndose dejar bien redondo el cuello. ¿Qué diferencias encuentras entre los tiempos de Manuel y los tuyos? Partiendo de la base de que el alcornoque se ha sacado y se saca todos los años igual, sí es verdad que hoy llevamos escaleras manejables de aluminio. Hoy no se queda casi nadie a pernoctar en los campos por la capacidad de movimiento que se tiene con los coches. Y si te tienes que quedar alguna vez, se hace en lugares adaptados y en mejores condiciones.
Miguel Zalamea y su cuadrilla trabajan en julio en la isla de Córcega |