Aparcamos
durante un tiempo la actividad del huerto porque la Naturaleza nos impone el conocido como letargo invernal, pero no por ello vamos a desconectarnos de hongos
y plantas, sino que podemos orientar
nuestra atención a los silvestres del matorral mediterráneo, de nuestras
dehesas, de nuestros arroyos… en fin de lugares cien por cien naturales, nunca
caminos ni lugares contaminados, en el entorno de La Puebla de los Infantes.
La
recolección de plantas silvestres forma
parte de la cultura más ancestral, que en parte se relaciona con la
subsistencia, sobre todo de las personas que las recogían para venderlas, pero
hete aquí que de simples recursos alimentarios han pasado algunas de ellas así como los hongos a ser
auténticos manjares que se jactan de ofrecerlos los mejores restaurantes, pues
se trata de vegetales que siempre nos han acompañado procurándonos en la mayoría
de los casos toda clase de beneficios para nuestra salud, sobre todo, por las
propiedades que tienen: vitaminas, minerales, fibras…que particularmente en
tiempos de Covid necesitamos para suplementar nuestra alimentación y de camino reforzar nuestro sistema
inmunitario. Hoy incluso hay ya todo un sistema de estudios de ellas, a través
de la “permacultura” que trata de restaurar el daño causado a los sistemas
naturales al mismo tiempo que gestionar
los recursos de manera sostenible para beneficio mutuo de la especie humana y
la naturaleza.
Comenzando
por la cultura de la micología, los hongos o setas de los que podemos disfrutar
entre otoño e invierno, sobre todo si este viene lluvioso, son: las setas de álamos (Agrocybe
aegerita), la gallipierna (Macrolepiota procera), el faisán
de alcornoque (Boletus aereus), el faisán de jara(Leccinum corsicum), que es la variedad que más tiempo perdura en el invierno; el níscalo (Lactarius deliciosus), el champiñón silvestre
(Agaricus campestris) y la seta de cardos (Pleurotus eryngii).
Los espárragos, en sus variedades:
amargueros (verdes claros, más gruesos y sabrosos) y trigueros ( más delgados
y pardos) son asequibles al principio del invierno (diciembre) y al final
(febrero). En La Puebla se recolecta también las esparraguillas o brotes
tiernos de una variedad de lúpulo, que son más amargas.
Tenemos también las acederas,
vinagreras, o como se les conoce en La Puebla, lenguas: plantas con las que
elaboramos unas ricas espinacas con muchas propiedades: calcio, vitaminas A y C, nos protegen el hígado, etc... Y las tagarninas, sobre todo a partir de febrero, que en otros lugares se les llama
cardillos. Aquí son famosas las tagarninas con habas, se complementan también
con ellas los nutritivos cocidos y se elaboran así mismo unas suculentas tortillas. Y en relación con estas últimas
tenemos también para elaborarlas las tiernas y sabrosas collejas antes de su floración de primavera.
En invierno no deben pasar
desapercibidas para nosotros las recurrentes ortigas o “maravillosas malas
hierbas”. Tenemos la ortiga negra o de hoja pequeña ( Urtica ureas) y la
ortiga mayor, verde, de hojas mayores ( Urtica dioica). La primera nos
sirve para hacer decocciones con ella y con los ajos muy pequeños que se
desechan, y obtener un buen insecticida para la primavera en plantas del huerto
o de la casa. Se puede secar y moler como complemento alimenticio de las
gallinas por su riqueza de calcio para la cáscara de los huevos. Tanto esta
variedad como sobre todo la ortiga grande o verde tienen propiedades culinarias
y terapéuticas: en muchos lugares se utilizan en tortillas o como sustitutas de
las espinacas pues tienen un sabor parecido. Tienen propiedades diuréticas,
astringentes, antihemorraicas, antialérgicas, con efecto reductor del
agrandamiento o hipertrofia benigna de próstata, para lo que las utilizamos haciéndonos decocciones o infusiones.
Llegamos a una gran protectora de
nuestra salud, que entre enero y febrero nos tiene plagados nuestros campos, sobre todo si son ecológicos, como provocándonos para que la utilicemos más de lo que lo hacemos (
hay algunos médicos naturalistas que nos dicen en artículos periodísticos que
pueden salvar muchas vidas): el diente de león (Taraxacum officinaleis), la de la flor amarilla que al final se vuelve blanquecina y se deshace con el viento.
Las podemos arrancar con raíz , lavarlas, ponerlas a secar a la sombra en el
almacén de la casa y utilizarlas en periodos de tiempo con descansos intermedios
en infusiones o decocciones. También se pueden comer frescas en las ensaladas.
Entre sus propiedades terapéuticas destacan sus virtudes como diurético,
desintoxicante y purificador de la sangre. Protege el hígado y la vesícula
activando la expulsión de la bilis y previniendo los cálculos biliares, etc… Y
en fin, nos ayuda a reforzar nuestro sistema inmunitario.
Así mismo, en esta estación podemos
recolectar, sin pretender grandes acopios y sin hacer daño, el tomillo y el romero. No
descubriremos nada nuevo respecto a las propiedades tanto culinarias como
medicinales de estos dos conocidos y famosos arbustos, que merecen un mapita
conceptual aparte. Y así podríamos continuar con plantas tan
tradicionales y conocidas como la hierbabuena, la menta, el hinojo ( el gran aliado de la digestión,
diurético…)la salvia, la manzanilla... y un sinfín de plantas más, aliadas del género humano.
Queremos hacer las entradas del blog asequibles
a cualquier persona y no extendernos mucho. Esta podría ser la primera de otras entregas posteriores similares, a expensas de la aceptación de esta por parte de los seguidores del blog. Rafael Velasco
Nota: En el mapita del tomillo debe decir: Alivia la tos y la gripe...