Comprende:
1.- Una Historia llena de pandemias
2.- La figura de Fray Juan de La Puebla y su relación con el brote de Peste de 1491 en el Valle del Guadalquivir
3.- La fundación del convento franciscano de San Luis del Monte en El Turruñuelo en 1492, año del descubrimiento de América, por Fray Juan de la Puebla.
1.- Una Historia llena de pandemias
La palabra “peste” en el caso que aquí tratamos procede del término latino “pestis” (= enfermedad que se contagia) y, por tanto, nada que ver con el mal olor. El género humano siempre ha convivido con virus, bacterias y hongos, muchos de ellos aliados y benefactores nuestros, otros pueden causarnos graves perjuicios, llegando casi siempre sin avisar produciendo contagios potencialmente “a todo el pueblo” ( todo el mundo) de ahí el término “pandemia” ( del griego pan + demos). La historia de la humanidad y de España en concreto, por tanto, está llena de pandemias.
Tenemos constancia y datos de la
Peste Antonina (a. 165-170) que describió el famoso médico Galeno de Pérgamo
que llegó a serlo del emperador Marco
Aurelio, el cual aconsejaría al respecto: Fugere
cito longe et tarde redire (= Huir de prisa lejos y regresar tarde).
Sabemos también acerca de La Plaga de Justiniano, epidemia que afectó al imperio romano de Oriente incluyendo a la ciudad de Constantinopla y otras partes de Europa, Asia y África entre los años 541- 543. Se ha llegado a considerar como una de las más grandes plagas de la historia. Se supone que la causa fue la peste bubónica, y las investigaciones más recientes confirman que se trata de la misma plaga bubónica relacionada con las que vendrían en siglos posteriores.
La peste medieval de referencia para España, Europa y Asia fue la Peste Negra, por haber sido la más devastadora (1347- 1351), con mayor virulencia en España en 1348, que diezmó un tercio de la población de Europa con sus tres variedades de gripe: bubónica ( la más frecuente), neumónica y septicémica ( las más letales), que conllevaban entre otros males unas significativas manchas negras en la piel, por hemorragias cutáneas provocadas por los bubones, de ahí lo del nombre de “muerte negra” o Peste Negra, y del adjetivo “bubónica” que se iría reproduciendo en España hasta 1491 aunque cada vez de manera más atenuada. En esta pandemia surgiría el término “cuarentena” que se refería a los 40 días que se les exigía en Venecia a los navegantes procedentes de lugares contagiados permanecer en sus barcos antes de desembarcar.
En plena lucha contra el coronavirus se recuerda la mal llamada “Gripe Española” de hace un siglo. (Hospital de campaña de 1918)
Después vendrían la Peste Bubónica de Sevilla (1649) en pleno Siglo de Oro y la otra terrible Pandemia de gripe ya entrado el siglo XX (1918-1920) que se inició en Estados Unidos y se le denominó Gripe Española por ser la prensa de España la que más se hizo eco de ella. Pero afectó a todo el mundo y ha sido considerada la más devastadora de toda la historia de la humanidad por los millones de víctimas que produjo en tan poco tiempo.
2.- La figura de Fray Juan de La Puebla y su relación con el brote de Peste de 1491 en el Valle del Guadalquivir
Nació en La Puebla de Alcócer (Badajoz) en 1453, de familia nobiliaria, que obtuvo ya desde su nacimiento los títulos de I Conde de Belalcázar y III Vizconde de La Puebla de Alcócer lo que le entroncaba en parentesco con los reyes de Castilla. En su juventud renunció a todos sus bienes y privilegios pues dada su admiración por San Francisco de Asís, fue tras sus huellas a esta localidad italiana conviviendo con sus seguidores. Profesó como franciscano en 1479, tomando el nombre de Fray Juan de La Puebla, hábito que le concedió el Papa Sixto IV en Roma al tiempo que se le autorizó a realizar fundaciones de esta congregación.
Desarrollaría un notable papel como reformador de la orden y fundador de siete conventos al morir a temprana edad, con 42 años, edad similar a la del fallecimiento del santo ( 43 años). El primero que fundó fue el de Santa María de los Ángeles en Hornachuelos en 1490 ( el nombre de este fue en honor del de la basílica de Asís en el lugar de la pocilga donde el santo oraba) que llegaría a ser cabeza de provincia franciscana; el segundo, el de San Luis del Monte en 1492, año del descubrimiento de América; el de Cazalla, el de Guadalcanal, el de Fuenteovejuna y otros.
Se le llegó a considerar por su santidad y heroicas virtudes “seráfico padre andaluz”. Su fama se extendió por toda España, de manera que hasta los Reyes Católicos a la vuelta de la conquista de Granada, en que se volvieron por Córdoba y Palma, donde descansaron unos días camino de Sevilla, se acercaron a conocer a Fray Juan y su convento de los Ángeles, referente de sencillez y humildad. Posteriormente lo llamarían a la Corte para proponerle el sillón cardenalicio de Toledo y la reforma monacal y religiosa de España, lo que rechazaría, por lo que en su lugar promovieron para tal cargo al cardenal Cisneros.
De Fray Juan de La Puebla sabemos que se desenvolvió por toda nuestra comarca tanto de la sierra como del valle medio del Guadalquivir. Con frecuencia salía del convento con otro fraile para atender necesidades de las personas de diferentes pueblos aledaños y acompañar a los moribundos, dándoles sepultura en los casos de contagios de Peste, en los sucesivos brotes tras la Peste Negra, porque nadie estaba dispuesto a hacerlo.
En 1491 se produjo un contagio en pueblos ribereños del Guadalquivir. El hijo del VII Señor de Palma y Almenara, D. Luis Portocarrero y su esposa Dª Francisca Manrique, llegó a contagiarse, aunque acudieron a varios médicos renombrados no mejoraba y ante su extrema gravedad recurrieron a Fray Juan de La Puebla, que lo acompañó y logró su curación, ante lo que estos señores, dueños de gran parte de los términos de Palma, Peñaflor, La Puebla de los Infantes, Constantina y Écija…le ofrecieron la donación que les pidiera en agradecimiento.
Desde la Huerta de San
Luis al frente típica cueva de esta zona
del Retortillo.
3.- La fundación del convento franciscano de San Luis del Monte en El Turruñuelo en 1492, año del descubrimiento de América, por Fray Juan de La Puebla
El cronista Fray Andrés de Guadalupe es autor de la Historia de la Santa Provincia de los Ángeles de la regular observancia y orden de nuestro seráfico padre San Francisco, editada en Madrid en 1662. En su Libro V sobre Fundaciones de conventos, en su Cap. I se refiere a este segundo convento fundado por Fray Juan de la Puebla. Y dice sobre él:
Que los Sres. de Palma determinaron ayudar a la fundación del convento bajo la protección de San Luis Obispo, pues así se llamaba también su hijo ( I Conde de Palma a partir de 1507), en cumplimiento del voto que habían hecho por el consejo del monje, sujeto a la custodia de los Ángeles. Quisieron que fuera su lugar en Palma pero no lo consiguieron porque “el siervo de Dios huía de los pueblos y amaba la soledad y los desiertos”. Fray Juan les propuso un pequeño terreno, creemos que de unas dos o tres hectáreas, en las faldas de Sierra Morena y mirando a los llanos de Andalucía, a una legua de Palma, otra de La Puebla de los Infantes y otra de Peñaflor; que el seráfico padre se había encargado de medir con sus pasos cuando visitaba estos pueblos, que lo situaba justo al frente del kilómetro 6 de la actual carretera de Peñaflor a La Puebla (SE-7105) según se mira hacia el Este conforme se viene para el pueblo.
Restos del convento,
junto a ellos la renombrada Huerta de San Luis y la Huerta del Cura, y próxima
La Cerquilla
Continúa con una bella descripción de cómo era aquel remanso de paz y El Turruñuelo en el siglo XV: “En el contorno se crían por los campos siempre abundantes comidas y silvestres frutas: alcaparras, algarrobas, espárragos y otros géneros. A la parte del Norte está un profundo valle lleno de cuevas y grutas, acomodadas al retiro y la vida penitente. Por las raíces del encumbrado monte corren las aguas del río Retortillo, que a poco más de media legua se mezclan con las caudalosas del río Guadalquivir, abundante y fecundo de varios peces. De la huerta del convento bajan dos abundantes golpes de agua, hijos de una copiosa fuente, (el manantial de la huerta de San Luis) que riegan cidros, naranjos, limoneros, árboles frutales y hortaliza con abundancia; es una huerta famosa y de grande recreación religiosa. En el lugar del convento habían tenido los Señores de Palma un colmenar”.
Continúa diciendo la crónica de la fundación que los señores de Palma, y después lo haría también su hijo, siempre estuvieron atentos a las necesidades de los 20 monjes por término medio ( algunos originarios de La Puebla de los Infantes) que allí vivieron, pues “ no querían ser ingratos a las misericordias de Dios por intersección de su santo San Luis, pero los religiosos preferían la vida estrecha y penitente conforme a la de Santa Mª de los Ángeles…” El primer guardián o prior de este convento sería Fray Tomás de Angulo. Se sabe sobre ellos, que aparte sus ocupaciones del ora et labora se dedicaron también al estudio y la cultura, de manera que pasaron por este lugar personajes relevantes o personas que quisieron marchar a América tras su descubrimiento a pedirles consejos.
Cuando investigábamos para todo lo que antecede hemos encontrado abundante material acerca de cómo en estos pueblos, sobre todo a partir de la terrible Peste Negra y sucesivos brotes, para evitarse el contagio muchas personas se refugiaban en cuevas de lugares comunales como podían ser las orillas de arroyos y ríos (Bembézar, Retortillo,…) en los que tenían las defensas del aire libre, aislamiento, más higiene y el alimento proveniente de la pesca y la caza aparte lo que “diera la tierra”.
En estos lugares quedaron hombres solteros que se dedicaron a llevar una vida penitente y solitaria (eremitas) viviendo en las mencionadas cuevas. Algunos de ellos se incorporaron a la vida monacal tanto para el monasterio de Santa Mª de los Ángeles, como para el de San Luis del Monte (antiguamente a la sierra en lugares sobre todo de monte bajo se le denominó “el monte”) y otros conventos franciscanos que se siguieron fundando sucesivamente.
Los frailes franciscanos, bien por convencimiento propio de que podían hacer una gran labor en el pueblo, bien porque se les animó y ayudó a ello, se trasladaron a la localidad de Peñaflor en el siglo XVIII.
Como anécdota final, los restos del convento y de su antigua huerta están rodeados en la actualidad por propiedades de Palma del Río, de La Puebla de los Infantes y de Peñaflor.
BIBLIOGRAFÍA
- La Montaña de los Ángeles, de Alejandro Guichot y Sierra. Editorial Séneca. Córdoba 2008
- Libro V Fundaciones y precedencia de los conventos de la Santa Provincia de los Ängeles; y cuando fue erigida Provincia, de Fray Andrés de Guadalupe. Madrid 1662
(Revista de Investigación Histórica “Ariadna”, Noviembre 1986 de Palma del Río, Centro Municipal de Estudios Locales).
(Artículo de la Revista de Feria de 2021. Pags. 18 - 20)