Esta entrada, la nº 165 del blog, pretende complementar la nº 15 “ Almenara, un espacio de historia y vida”, o “La Historia de la dehesa de Almenara” de hace años, editada últimamente en formato de cuaderno por la Diputación de Sevilla y el Ayuntamiento de Peñaflor con destino a su Oficina de Turismo, en que el castillo del que tratamos, de la cultura almohade ( S. XII ), es un importante referente arqueológico ( BIC, Bien de Interés Cultural, como todos los castillos de España) de esta gran propiedad, compartida a lo largo de la Historia por peñaflorenses y puebleños en temas laborales, sobre todo, y en disfrutes de sus recursos naturales y yacimientos arqueológicos: restos de poblamientos, enterramientos, canteras, minas, caleras, fuentes, pilares, etc.
En cuanto nos aproximamos al espolón donde se encuentra ( ramal corto y escarpado de la Sierra León) transitando por el lugar conocido como la “Mesa del Castillo”, divisamos en lontananza, y como elemento más visible por su flanco oeste, una torre almenara (fortificada, de vigilancia), resistiendo el paso de los siglos, aunque en los últimos tiempos denotando, como todo el recinto amurallado, un deterioro inusitado, inexplicable dado que desde la Unión Europea se fomenta y subvenciona su estima y protección en su calidad de BIC. Pero a menos que nos aproximemos a él nos encontraremos con un foso excavado en la roca en forma de V, y, a continuación, en orientación norte, una cisterna cuadrada habiéndose vaciado también la roca. Dicho foso se repetirá en paralelo, en dirección este, como lindero entre la parte noble del castillo y el patio de armas. Junto a él, al pie exterior de lo que se ha considerado hasta ahora la torre del homenaje de la fortaleza, o estancia del alcaide, otra cisterna, vaciándose también la roca para formar un depósito subterráneo o enorme tinaja que algunos llaman aljibe como si de época o cultura almohade se tratara.
Fosos en V que protegieron el castrum ( o fortaleza) en época hispanorromana y posteriormente el castillo hispanomusulmán o andalusí de estilo almohade (1)
Siempre pensé que estas estructuras referidas, resultado de la rotura de la roca a cincel y martillo, supuestamente por esclavos, por mi afición desde pequeño por las construcciones de la cultura romana, y habiendo consultado, por tanto, muchos manuales al respecto, debieron haber formado parte de un castrum anterior o fortificación de la cultura romana, anterior al castillo. Para validar o confirmar esta hipótesis histórica expongo a continuación seis argumentos:
1.- En el
documento de donación de esta plaza en
2.- Tenemos
próximos a nosotros dos grandes recintos amurallados de la cultura almohade: el de Palma del Río y el de
Sevilla, para comprobar que su sistema defensivo consistió en levantar a gran
altura las murallas y reforzarlas con los muros delanteros o barbacanas, como
las que vemos en la zona de la Macarena frente al Parlamento de Andalucía, así
como con torres albarranas o altos baluartes cada trecho de murallas. No
encontraremos en ellos, por tanto, fosos de defensas, y mucho menos excavados
en rocas.
Cisterna de la cultura romana en
el extremo norte del primer foso
3.- En cualquier manual sobre fortificaciones romanas del Alto Imperio Romano y su modo de producción esclavista, podemos encontrar esos fosos en forma de V.
Respecto a
la mención que hago de las estructuras excavadas en las rocas como trabajo
propio de esclavos, también hay constancia de investigaciones históricas de
bastante solvencia, que atestiguan que este tipo de esclavitud de época romana,
o hispanorromana en nuestro territorio, no se produjo en el período de
Al-Andalus, como tampoco los martirios o persecuciones para con las diferentes
religiones, como cuentan las leyendas ideologizadas. (3)
4.- En el interior de la caverna o cavidad natural originaria, habitada por ancestros del Neolítico y Calcolítico, como lo atestigua la cantidad de cerámica de superficie que abunda por allí, incluso apisonada en los tapiales de los lienzos de muralla, se convertiría en el período hispanorromano en una cueva más artificial, excavándose las paredes de su interior para obtener sillería con la que construir la fortificación o castrum, así como las villae que se prodigaron en Almenara, Armentilla, etc.
5.-Aparte
los elementos descritos, podremos observar en nuestra visita, dentro del
recinto noble del castillo o zona interior de los fosos estructuras de argamasa,
opus caementicius, u hormigón romano.
Manantial del cerro La Atalaya
6- A modo de conclusión, los constructores del castillo de Almenara lo que hicieron en el emplazamiento fue adaptar su alcazaba a lo que el castrum les permitió y ofreció, que sería mucho más reducido: lo que delimitaban los fosos en V. El agua de la que esta fortificación romana pudo disponer por su pie para las referidas infraestructuras y vida de la fortificación ( sin descartar las del castillo posterior también), pudo tener su origen, dada su altura de nivel ( 276 m), con relación al castrum y el castillo ( 225 m.) en el manantial del cerro La Atalaya, el único posible, que al tiempo abastecería a una villa romana próxima, de la que el puebleño Antonio Ramos Toribio descubrió un pavimento en opus spicatum, para prensado de la aceituna y obtención de aceite, en los primeros años de la década de los años ochenta del siglo XX. Dicho pavimento es idéntico en dimensiones y factura a los de la ciudad romana de Volubilis en Marruecos, que hace años me encargué de comprobar. El manantial, así mismo, ha alimentado hasta nuestros días regajos de Almenara (4)
Pavimento de prensado de la aceituna y obtención de aceite en opus spicatum/ obra de espigas
En relación con el recinto amurallado de dos periodos históricos diferentes, debemos aclarar que en el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 se informa que Almenara debió tener una villa de señorío, de la que en esta fecha no se tenía constancia, si bien se informa en él que en 1740 la propiedad ya tenía como propietario al cardenal Portocarrero con residencia en Roma y como arrendatario al marqués de Velamazán, de Soria, que a su vez la tenía subarrendada a unos paisanos suyos que se dedicaban al pastoreo y la trashumancia; de manera que se produjo un fuego devastador que afectó a la mitad de la dehesa, que pudo afectar al castillo y la villa, ya abandonados a su suerte. Estos sorianos les dieron permiso para que sembraran a vecinos de La Puebla de los Infantes, que se prolongaría hasta ocho años, en que se fue repoblando el terreno de monte bajo. Podemos entender, por tanto, que el enclave del que tratamos estuvo habitado desde la Prehistoria hasta la primera mitad del siglo XVIII, mucho antes de la disolución de los señoríos y mayorazgos en las Cortes de Cádiz de 1812.
Al respecto de la villa o aldea junto a una fortificación, alcazaba o castillo, no hay que ser muy entendido en Historia para suponer que junto a ellos en la mayor parte de las veces con funciones militares de vigilancia o defensivas, ha debido haber un poblado de intendencia: de ganaderos, hortelanos, molineros, panaderos, zapateros, talabarteros, costureras, lavanderas…para las necesidades que atender tanto de los que vivían dentro de las murallas como para los de fuera. Y que este poblamiento o aldea estaría prácticamente anexa a las fortificaciones descritas en el enclave que tratamos, como en La Puebla de los Infantes ocurrió con la aldea Cañebolo o posteriormente, tras la conquista, con la conformación de la calle Castillo, origen del actual pueblo. Llegados a este punto quisiera aclarar para la curiosidad que pueda concitar en la visita al castillo otras cuestiones:
1.- Que al desaparecer por el fuego devastador mencionado, erosión o expolio…el lienzo sur de muralla podemos observar la roca que le servía de cimentación, horadada, con oquedades como para sujetar vasijas, escalerillas para acceso a la parte alta del promontorio…que nos dan idea de una civilización anterior a la andalusí de la construcción del castillo, y cómo las culturas se superponen unas sobre otras. La misma imagen que la del castillo sobre la cueva que lo ilustra también sobradamente.
2.- El tema del poblado o villa anexos a la alcazaba y posterior castillo lo han comenzado a investigar Juan José Toribio y Ernesto Rangel, investigador y arqueólogo locales, a los que agradezco que me invitaran a acompañarlos hace dos años, una de las veces que fueron a revisar la zona de este poblado, o poblados sucesivos. Me mostraron la cantidad de cerámica de superficie encontrada por ellos, muestras de todos los periodos de la Prehistoria e Historia señalados más atrás. Recuerdo que aquel día pudimos describir por la cimentación existente lo que debió ser la capilla cristiana, con posibilidad de datarse del siglo XV, del periodo de los primeros señores Portocarrero, Martín y su hijo Luis. Este tuvo propiedades ( viñas y bodegas) en La Puebla de los Infantes, siendo también señor y alcalde mayor de esta villa y artífice de la construcción de la primera fase de estilo isabelino de la actual parroquia de la Virgen de las Huertas y del hospital de la calle del mismo nombre.
3.- En mi ir y venir al castillo y sus alrededores varias veces cada año, normalmente a acompañar a grupos de personas, este año he podido contar con informaciones de un buen amigo vinculado muchos años con esta gran propiedad, que me señaló enterramientos, también próximos al castillo, que en futuras investigaciones arqueológicas nos podrían dar idea de periodos de la historia a los que corresponden.
A modo de epílogo, diremos que cada vez que nos lo propongamos vamos descubriendo temas novedosos de lugares tan interesantes como el que tratamos en esta entrada, pero en la misma medida irán surgiendo nuevos retos, que en este caso podrían ser:
-Una investigación arqueológica exhaustiva de la cerámica de superficie existente tanto de la de dentro de las murallas del castillo como de la de su alrededor.
-Investigación sobre el poblado o poblados de distintos periodos de la Historia, así como de los enterramientos, fuera del recinto amurallado.
-Lo mismo con las excavaciones en la roca de lo que fue la cimentación del lienzo sur de murallas del castillo.
-Buscar restos de la conducción, posiblemente acueducto a cielo abierto en época hispanorromna y qanat subterráneo en época andalusí o hispanomusulmana, del agua desde el manantial del cerro La Atalaya al castrum, alcazaba y posteriormente castillo, en relación con la hipótesis más que probable del origen del agua.
Yacimiento de lo que fue un gran poblado al sur de la dehesa de Almenara conocido como Barragán
- Y puestos a seguir investigando, porque no se ha hecho nada al respecto, quisiera apuntar finalmente la relación del enclave conocido hoy como el Castillo de Almenara con el poblado al sur de la dehesa de Almenara (5) de gran importancia por la superficie que ocupa (varias hectáreas), con la coincidencia entre ambos de las mismas cerámicas de superficie, desde los períodos Neolítico y Calcolítico, incluidas las de la cultura almohade, pues aparecen en ambos espacios restos de esta. Para unos de origen turdetano, para otros, como el Anuario Arqueológico de Andalucía de 2002, “un asentamiento sobre una villa hispanorromana relacionado con la explotación de recursos ganaderos, forestales y actividades cinegéticas”. Lo que denota una muy pobre o nula investigación sobre el mencionado poblado, cercano también al castillo, y, como digo, muy posiblemente relacionado con él de alguna manera, y como él también próximo a La Puebla de los Infantes.
Notas aclaratorias:
(1) Utilizaré los términos hispanorromano/a o hispanomusulmán/a porque
considero que al igual que no han existido razas puras, tampoco ha ocurrido con
las culturas. La Historia nos enseña que la vida de los humanos siempre se ha
movido inmersa en el mestizaje y la interculturalidad. El mismo concepto
“hispano” es una mezcla de razas y culturas, no solo la originaria ibera/
íbera.
(2)
En “Reinado y diplomas de Fernando III”,
Córdoba 1986. Pags. 215-217, de J. González.
(3 ) En ”Al- Andalus: Los
Omeyas”, M. J. Vigueras Molins,2002/Historia de las Españas medievales, J.
Carrasco Pérez, 2002. Fundación Dialnet. Universidad La Rioja.
La
catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, académica de número de la
Real Academia de la Historia, Dª Mª
Jesús Vigueras nos informa que tanto
judíos como cristianos eran dhimmis (=
protegidos), no obligados a convertirse al islam, tuvieron garantizadas la
propiedad de sus bienes y la libertad de culto, así como la autonomía jurídica(
tribunales propios presididos por condes y obispos en el caso de los
cristianos, y en el de los judíos por sus propias normas jurídicas basadas en
el Talmud y la Torá). Estos últimos llegaron incluso a ser grandes
colaboradores de este régimen actuando de embajadores y recaudadores de impuestos…,
hasta que al final del siglo XI culminaría un gran proceso de arabización en lo
referente al idioma, y, a continuación, de islamización o conversión, en todo
lo que fue Al-Ándalus, quedando pocos cristianos.
Hay fuentes que apuntan que a principios
del siglo XII la población musulmana en la Península Ibérica excedía los cinco
millones de habitantes.
(4)
El manantial del cerro La Atalaya se encuentra al pie de dicho cerro y al oeste
de la dehesa de Almenara, próximo al término municipal de La Puebla de los
Infantes. Alimenta un regajo que desemboca en el arroyo El Moro, y este a su
vez en el de Tablada, que discurre junto a la ermita de la Virgen de Villadiego
y desemboca en el río Guadalquivir por los Chorritales de Verdeja, T.M. de
Peñaflor.
(5)
Conocido como “Poblado de Barragán” por su cercanía a la propiedad de este
nombre al sur de la dehesa de Almenara.