viernes, 13 de marzo de 2020

A Juan Antonio Saravia Martínez el último calero




Juan Antonio en su salsa



Avivando el fuego de la quema



Revisa todos los detalles cuando está quemando su calera

















A veces me lo encuentro silencioso, aburrido y triste en el entorno del Llanillo con sus ochenta y tantos años, ya viudo, y una vida de intenso trabajo a cuestas. Cuando me acerco a saludarlo casi siempre me espeta y por enésima vez me dice: - Maestro, voy a quemar la calera, pero esta es la última,  es que ya ni veo, ¿vas a ir a verme? - Claro que sí, le respondo. Su hija Dolores me dice por teléfono que ha ido a ver a su padre muy temprano a la casa y que falta su farolillo, que seguro que está en El Ganchal quemando la calera. Me busco un hueco como tantas veces y voy a estar con él un rato en su salsa. Ya no es el anciano taciturno y triste, está allí en un entorno incomparable como viéndose contemplado por el Santo y por su Pueblo, y hecho un chaval, sonriente, vivo, inquieto que no para....Es cuando aprovecho para recoger algunas imágenes para la historia profunda de La Puebla. Le sugiero que descanse, nos retiramos un poco del humazo y del calor y conversamos acerca de sus vivencias en el oficio. Siempre se acuerda en la conversación de su hermano Ramón, su tándem como calero y el que le enseñó el oficio. Me dice que por la mañana ha ido a verlo el Alcalde y el Concejal. - Qué buen detalle, ¿verdad Juan Antonio?  Y entre los dos nos aunamos a ver si conseguimos que el Ayuntamiento haga un parque temático de antiguos oficios en el entorno de su calera. Cuando me despido de él le hago una pregunta de más: - ¿Esta va a ser de verdad la última? A lo que con sonrisa picarona me responde : - ¿ Qué sé yo? Es que esta es la que me tiene vivo…




Marco incomparable...





...desde el que Juan Antonio ejerce su oficio






Una pequeña pausa para nuestra conversación






Cartel del Ayuntamiento junto a su calera en El Ganchal, escuela de caleros